▲1.1 EN el principio era el
Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 1.2 Este
era en el principio con Dios. 1.3 Todas
las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fué
hecho. 1.4 En él
estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 1.5 Y la
luz en las tinieblas resplandece; mas las tinieblas no la comprendieron. 1.6 Fué un
hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. 1.7 Este
vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, para que
todos creyesen por él. 1.8 No era
él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. 1.9 Aquel
era la luz verdadera, que alumbra á todo hombre que viene á este mundo. 1.10 En el
mundo estaba, y el mundo fué hecho por él; y el mundo no le conoció. 1.11 A lo
suyo vino, y los suyos no le recibieron. 1.12 Mas á
todos los que le recibieron, dióles potestad de ser hechos hijos de
Dios, á los que creen en su nombre: 1.13 Los
cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de
voluntad de varón, mas de Dios. 1.14
Y aquel Verbo fué hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su
gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de
verdad. 1.15 Juan
dió
testimonio de él, y clamó diciendo: Este es del que yo decía: El que
viene tras mí, es antes de mí: porque es primero que yo. 1.16 Porque
de su plenitud tomamos todos, y gracia por gracia. 1.17 Porque
la ley por Moisés fué dada: mas la gracia y la verdad por Jesucristo
fué hecha. 1.18 A Dios
nadie le vió jamás: el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre,
él le declaró. 1.19
Y éste es el testimonio de Juan, cuando los Judíos enviaron de
Jerusalem sacerdotes y Levitas, que le preguntasen: ¿Tú, quién eres? 1.20 Y
confesó, y no negó; mas declaró: No soy yo el Cristo. 1.21 Y le
preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el
profeta? Y respondió: No. 1.22
Dijéronle: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta á los que nos
enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? 1.23 Dijo:
Yo soy la voz del que clama en el desierto: Enderezad el camino del
Señor, como dijo Isaías profeta. 1.24 Y los
que habían sido enviados eran de los Fariseos. 1.25 Y
preguntáronle, y dijéronle: ¿Por qué pues bautizas, si tú no eres el
Cristo, ni Elías, ni el profeta? 1.26 Y Juan
les respondió, diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros
ha estado á quien vosotros no conocéis. 1.27 Este
es el que ha de venir tras mí, el cual es antes de mí: del cual yo no
soy digno de desatar la correa del zapato. 1.28 Estas
cosas acontecieron en Betábara, de la otra parte del Jordán, donde Juan
bautizaba. 1.29 El
siguiente día ve Juan á Jesús que venía á él, y dice: He aquí el
Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. 1.30 Este
es del que dije: Tras mí viene un varón, el cual es antes de mí: porque
era primero que yo. 1.31 Y yo
no le conocía; más para que fuese manifestado á Israel, por eso vine yo
bautizando con agua. 1.32 Y Juan
dió testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como
paloma, y reposó sobre él. 1.33
Y yo no le conocía; mas el que me envió á bautizar con agua, aquél me
dijo: Sobre quien vieres descender el Espíritu, y que reposa sobre él,
éste es el que bautiza con Espíritu Santo. 1.34 Y yo
le vi, y he dado testimonio que éste es el Hijo de Dios. 1.35 El
siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos. 1.36 Y
mirando á Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios. 1.37 Y
oyéronle los dos discípulos hablar, y siguieron á Jesús. 1.38
Y volviéndose Jesús, y viéndolos seguir le, díceles: ¿Qué buscáis? Y
ellos le dijeron: Rabbí (que declarado quiere decir Maestro) ¿dónde
moras? 1.39
Díceles: Venid y ved. Vinieron, y vieron donde moraba, y quedáronse con
él aquel día: porque era como la hora de las diez. 1.40 Era
Andrés, hermano de Simón Pedro, uno de los dos que habían oído de Juan,
y le habían seguido. 1.41 Este
halló primero á su hermano Simón, y díjole: Hemos hallado al Mesías
(que declarado es, el Cristo). 1.42
Y le trajo á Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de
Jonás: tú serás llamado Cephas (que quiere decir, Piedra). 1.43 El
siguiente día quiso Jesús ir á Galilea, y halla á Felipe, al cual dijo:
Sígueme. 1.44 Y era
Felipe de Bethsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro. 1.45
Felipe halló á Natanael, y dícele: Hemos hallado á aquel de quien
escribió Moisés en la ley, y los profetas: á Jesús, el hijo de José, de
Nazaret. 1.46 Y
díjole Natanael: ¿De Nazaret puede haber algo de bueno? Dícele Felipe:
Ven y ve. 1.47 Jesús
vió venir á sí á Natanael, y dijo de él: He aquí un verdadero
Israelita, en el cual no hay engaño. 1.48
Dícele Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús, y díjole: Antes
que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera te vi. 1.49
Respondió Natanael, y díjole: Rabbí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres
el Rey de Israel. 1.50
Respondió Jesús y díjole: ¿Porque te dije, te vi debajo de la higuera,
crees? cosas mayores que éstas verás. 1.51
Y dícele: De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el
cielo abierto, y los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el
Hijo del hombre. ▲2.1 Y AL tercer día hiciéronse
unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. 2.2 Y fué
también llamado Jesús y sus discípulos á las bodas. 2.3 Y
faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: Vino no tienen. 2.4 Y
dícele Jesús: ¿Qué tengo yo contigo, mujer? aun no ha venido mi hora. 2.5 Su
madre dice á los que servían: Haced todo lo que os dijere. 2.6
Y estaban allí seis tinajuelas de piedra para agua, conforme á la
purificación de los Judíos, que cabían en cada una dos ó tres cántaros. 2.7 Díceles
Jesús: Henchid estas tinajuelas de agua. E hinchiéronlas hasta arriba. 2.8 Y
díceles: Sacad ahora, y presentad al maestresala. Y presentáron le. 2.9
Y como el maestresala gustó el agua hecha vino, que no sabía de dónde
era (mas lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua), el
maestresala llama al esposo, 2.10
Y dícele: Todo hombre pone primero el buen vino, y cuando están
satisfechos, entonces lo que es peor; mas tú has guardado el buen vino
hasta ahora. 2.11 Este
principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su
gloria; y sus discípulos creyeron en él. 2.12
Después de esto descendió á Capernaun, él, y su madre, y hermanos, y
discípulos; y estuvieron allí no muchos días. 2.13 Y
estaba cerca la Pascua de los Judíos; y subió Jesús á Jerusalem. 2.14 Y
halló en el templo á los que vendían bueyes, y ovejas, y palomas, y á
los cambiadores sentados. 2.15
Y hecho un azote de cuerdas, echólos á todos del templo, y las ovejas,
y los bueyes; y derramó los dineros de los cambiadores, y trastornó las
mesas; 2.16 Y á
los que vendían las palomas, dijo: Quitad de aquí esto, y no hagáis la
casa de mi Padre casa de mercado. 2.17
Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu
casa me comió. 2.18 Y los
Judíos respondieron, y dijéronle: ¿Qué señal nos muestras de que haces
esto? 2.19
Respondió Jesús, y díjoles: Destruid este templo, y en tres días lo
levantaré. 2.20
Dijeron luego los Judíos: En cuarenta y seis años fue este templo
edificado, ¿y tú en tres días lo levantarás? 2.21 Mas él
hablaba del templo de su cuerpo. 2.22
Por tanto, cuando resucitó de los muertos, sus discípulos se acordaron
que había dicho esto; y creyeron á la Escritura, y á la palabra que
Jesús había dicho. 2.23 Y
estando en Jerusalem en la Pascua, en el día de la fiesta, muchos
creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía. 2.24 Mas el
mismo Jesús no se confiaba á sí mismo de ellos, porque él conocía á
todos, 2.25 Y no
tenía necesidad que alguien le diese testimonio del hombre; porque él
sabía lo que había en el hombre. ▲3.1 Y HABIA un hombre de los
Fariseos que se llamaba Nicodemo, príncipe de los Judíos. 3.2
Este vino á Jesús de noche, y díjole: Rabbí, sabemos que has venido de
Dios por maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces,
si no fuere Dios con él. 3.3
Respondió Jesús, y díjole: De cierto, de cierto te digo, que el que no
naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios. 3.4 Dícele
Nicodemo: ¿Cómo puede el hombre nacer siendo viejo? ¿puede entrar otra
vez en el vientre de su madre, y nacer? 3.5
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de
agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 3.6 Lo que
es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu,
espíritu es. 3.7 No te
maravilles de que te dije: Os es necesario nacer otra vez. 3.8
El viento de donde quiere sopla, y oyes su sonido; mas ni sabes de
dónde viene, ni á dónde vaya: así es todo aquel que es nacido del
Espíritu. 3.9
Respondió Nicodemo, y díjole: ¿Cómo puede esto hacerse? 3.10
Respondió Jesús, y díjole: ¿Tú eres el maestro de Israel, y no sabes
esto? 3.11
De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que
hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. 3.12 Si os
he dicho cosas terrenas, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las
celestiales? 3.13 Y
nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del
hombre, que está en el cielo. 3.14 Y como
Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el
Hijo del hombre sea levantado; 3.15 Para
que todo aquel que en él creyere, no se pierda, sino que tenga vida
eterna. 3.16
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado á su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga
vida eterna. 3.17 Porque
no envió Dios á su Hijo al mundo, para que condene al mundo, mas para
que el mundo sea salvo por él. 3.18
El que en él cree, no es condenado; mas el que no cree, ya es
condenado, porque no creyó en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 3.19
Y esta es la condenación: porque la luz vino al mundo, y los hombres
amaron más las tinieblas que la luz; porque sus obras eran malas. 3.20 Porque
todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene á la luz,
porque sus obras no sean redargüidas. 3.21 Mas el
que obra verdad, viene á la luz, para que sus obras sean manifestadas
que son hechas en Dios. 3.22 Pasado
esto, vino Jesús con sus discípulos á la tierra de Judea; y estaba allí
con ellos, y bautizaba. 3.23 Y
bautizaba también Juan en Enón junto á Salim, porque había allí muchas
aguas; y venían, y eran bautizados. 3.24 Porque
Juan, no había sido aún puesto en la carcel. 3.25 Y hubo
cuestión entre los discípulos de Juan y los Judíos acerca de la
purificación. 3.26
Y vinieron á Juan, y dijéronle: Rabbí, el que estaba contigo de la otra
parte del Jordán, del cual tú diste testimonio, he aquí bautiza, y
todos vienen á él. 3.27
Respondió Juan, y dijo: No puede el hombre recibir algo, si no le fuere
dado del cielo. 3.28
Vosotros mismos me sois testigos que dije: Yo no soy el Cristo, sino
que soy enviado delante de él. 3.29
El que tiene la esposa, es el esposo; mas el amigo del esposo, que está
en pie y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues,
este mi gozo es cumplido. 3.30 A él
conviene crecer, mas á mí menguar. 3.31
El que de arriba viene, sobre todos es: el que es de la tierra, terreno
es, y cosas terrenas habla: el que viene del cielo, sobre todos es. 3.32 Y lo
que vió y oyó, esto testifica: y nadie recibe su testimonio. 3.33 El que
recibe su testimonio, éste signó que Dios es verdadero. 3.34 Porque
el que Dios envió, las palabras de Dios habla: porque no da Dios el
Espíritu por medida. 3.35 El
Padre ama al Hijo, y todas las cosas dió en su mano. 3.36
El que cree en el Hijo, tiene vida eterna; mas el que es incrédulo al
Hijo, no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. ▲4.1 DE manera que como Jesús
entendió que los Fariseos habían oído que Jesús hacía y bautizaba más
discípulos que Juan, 4.2 (Aunque
Jesús no bautizaba, sino sus discípulos), 4.3 Dejó á
Judea, y fuése otra vez á Galilea. 4.4 Y era
menester que pasase por Samaria. 4.5 Vino,
pues, á una ciudad de Samaria que se llamaba Sichâr, junto á la heredad
que Jacob dió á José su hijo. 4.6 Y
estaba allí la fuente de Jacob. Pues Jesús, cansado del camino, así se
sentó á la fuente. Era como la hora de sexta. 4.7 Vino
una mujer de Samaria á sacar agua: y Jesús le dice: Dame de beber. 4.8 (Porque
sus discípulos habían ido á la ciudad á comprar de comer.) 4.9
Y la mujer Samaritana le dice: ¿Cómo tú, siendo Judío, me pides á mí de
beber, que soy mujer Samaritana? porque los Judíos no se tratan con los
Samaritanos. 4.10
Respondió Jesús y díjole: Si conocieses el don de Dios, y quién es el
que te dice: Dame de beber: tú pedirías de él, y él te daría agua viva. 4.11 La
mujer le dice: Señor, no tienes con qué sacar la, y el pozo es hondo:
¿de dónde, pues, tienes el agua viva? 4.12 ¿Eres
tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dió este pozo, del cual él
bebió, y sus hijos, y sus ganados? 4.13
Respondió Jesús y díjole: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá
á tener sed; 4.14
Mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed:
mas el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte
para vida eterna. 4.15 La
mujer le dice: Señor, dame esta agua, para que no tenga sed, ni venga
acá á sacar la. 4.16 Jesús
le dice: Ve, llama á tu marido, y ven acá. 4.17
Respondió la mujer, y dijo: No tengo marido. Dícele Jesús: Bien has
dicho, No tengo marido; 4.18 Porque
cinco maridos has tenido: y el que ahora tienes no es tu marido; esto
has dicho con verdad. 4.19 Dícele
la mujer: Señor, paréceme que tú eres profeta. 4.20
Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en
Jerusalem es el lugar donde es necesario adorar. 4.21 Dícele
Jesús: Mujer, créeme, que la hora viene, cuando ni en este monte, ni en
Jerusalem adoraréis al Padre. 4.22
Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos:
porque la salud viene de los Judíos. 4.23
Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores
adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre
tales adoradores busca que adoren. 4.24 Dios
es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario
que adoren. 4.25 Dícele
la mujer: Sé que el Mesías ha de venir, el cual se dice el Cristo:
cuando él viniere nos declarará todas las cosas. 4.26 Dícele
Jesús: Yo soy, que hablo contigo. 4.27
Y en esto vinieron sus discípulos, y maravilláronse de que hablaba con
mujer; mas ninguno dijo: ¿Qué preguntas? ó, ¿Qué hablas con ella? 4.28
Entonces la mujer dejó su cántaro, y fué á la ciudad, y dijo á aquellos
hombres: 4.29 Venid,
ved un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿si quizás es éste
el Cristo? 4.30
Entonces salieron de la ciudad, y vinieron á él. 4.31 Entre
tanto los discípulos le rogaban, diciendo: Rabbí, come. 4.32 Y él
les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. 4.33
Entonces los discípulos decían el uno al otro: ¿Si le habrá traído
alguien de comer? 4.34
Díceles Jesús: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y
que acabe su obra. 4.35
¿No decís vosotros: Aun hay cuatro meses hasta que llegue la siega? He
aquí os digo: Alzad vuestros ojos, y mirad las regiones, porque ya
están blancas para la siega. 4.36 Y el
que siega, recibe salario, y allega fruto para vida eterna; para que el
que siembra también goce, y el que siega. 4.37 Porque
en esto es el dicho verdadero: Que uno es el que siembra, y otro es el
que siega. 4.38 Yo os
he enviado á segar lo que vosotros no labrasteis: otros labraron, y
vosotros habéis entrado en sus labores. 4.39
Y muchos de los Samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la
palabra de la mujer, que daba testimonio, diciendo: Que me dijo todo lo
que he hecho. 4.40
Viniendo pues los Samaritanos á él, rogáronle que se quedase allí: y se
quedó allí dos días. 4.41 Y
creyeron muchos más por la palabra de él. 4.42
Y decían á la mujer: Ya no creemos por tu dicho; porque nosotros mismos
hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo,
el Cristo. 4.43 Y dos
días después, salió de allí, y fuése á Galilea. 4.44 Porque
el mismo Jesús dió testimonio de que el profeta en su tierra no tiene
honra. 4.45
Y como vino á Galilea, los Galileos le recibieron, vistas todas las
cosas que había hecho en Jerusalem en el día de la fiesta: porque
también ellos habían ido á la fiesta. 4.46
Vino pues Jesús otra vez á Caná de Galilea, donde había hecho el vino
del agua. Y había en Capernaum uno del rey, cuyo hijo estaba enfermo. 4.47
Este, como oyó que Jesús venía de Judea á Galilea, fué á él, y rogábale
que descendiese, y sanase á su hijo, porque se comenzaba á morir. 4.48
Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y milagros no creeréis. 4.49 El del
rey le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera. 4.50 Dícele
Jesús: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó á la palabra que Jesús le
dijo, y se fué. 4.51 Y
cuando ya él descendía, los siervos le salieron á recibir, y le dieron
nuevas, diciendo: Tu hijo vive. 4.52
Entonces él les preguntó á qué hora comenzó á estar mejor. Y dijéronle:
Ayer á las siete le dejó la fiebre. 4.53 El
padre entonces entendió, que aquella hora era cuando Jesús le dijo: Tu
hijo vive; y creyó él y toda su casa. 4.54 Esta
segunda señal volvió Jesús á hacer, cuando vino de Judea á Galilea. ▲5.1 DESPUÉS de estas cosas, era
un día de fiesta de los Judíos, y subió Jesús á Jerusalem. 5.2 Y hay
en Jerusalem á la puerta del ganado un estanque, que en hebraico es
llamado Bethesda, el cual tiene cinco portales. 5.3 En
éstos yacía multitud de enfermos, ciegos, cojos, secos, que estaban
esperando el movimiento del agua. 5.4
Porque un ángel descendía á cierto tiempo al estanque, y revolvía el
agua; y el que primero descendía en el estanque después del movimiento
del agua, era sano de cualquier enfermedad que tuviese. 5.5 Y
estaba allí un hombre que había treinta y ocho años que estaba enfermo. 5.6 Como
Jesús vió á éste echado, y entendió que ya había mucho tiempo, dícele:
¿Quieres ser sano? 5.7
Señor, le respondió el enfermo, no tengo hombre que me meta en el
estánque cuando el agua fuere revuelta; porque entre tanto que yo
vengo, otro antes de mí ha descendido. 5.8 Dícele
Jesús: Levántate, toma tu lecho, y anda. 5.9 Y luego
aquel hombre fué sano, y tomó su lecho, é íbase. Y era sábado aquel día. 5.10
Entonces los Judíos decían á aquel que había sido sanado: Sábado es: no
te es lícito llevar tu lecho. 5.11
Respondióles: El que me sanó, él mismo me dijo: Toma tu lecho y anda. 5.12
Preguntáronle entonces: ¿Quién es el que te dijo: Toma tu lecho y anda? 5.13 Y el
que había sido sanado, no sabía quién fuese; porque Jesús se había
apartado de la gente que estaba en aquel lugar. 5.14
Después le halló Jesús en el templo, y díjole: He aquí, has sido
sanado; no peques más, porque no te venga alguna cosa peor. 5.15 El se
fué, y dió aviso á los Judíos, que Jesús era el que le había sanado. 5.16 Y por
esta causa los Judíos perseguían á Jesús, y procuraban matarle, porque
hacía estas cosas en sábado. 5.17 Y
Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora obra, y yo obro. 5.18
Entonces, por tanto, más procuraban los Judíos matarle, porque no sólo
quebrantaba el sábado, sino que también á su Padre llamaba Dios,
haciéndose igual á Dios. 5.19
Respondió entonces Jesús, y díjoles: De cierto, de cierto os digo: No
puede el Hijo hacer nada de sí mismo, sino lo que viere hacer al Padre:
porque todo lo que él hace, esto también hace el Hijo juntamente. 5.20
Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace;
y mayores obras que éstas le mostrará, de suerte que vosotros os
maravilléis. 5.21 Porque
como el Padre levanta los muertos, y les da vida, así también el Hijo á
los que quiere da vida. 5.22 Porque
el Padre á nadie juzga, mas todo el juicio dió al Hijo; 5.23 Para
que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo,
no honra al Padre que le envió. 5.24
De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me
ha enviado, tiene vida eterna; y no vendrá á condenación, mas pasó de
muerte á vida. 5.25
De cierto, de cierto os digo: Vendrá hora, y ahora es, cuando los
muertos oirán la voz del Hijo de Dios: y los que oyeren vivirán. 5.26 Porque
como el Padre tiene vida en sí mismo, así dió también al Hijo que
tuviese vida en sí mismo: 5.27 Y
también le dió poder de hacer juicio, en cuanto es el Hijo del hombre. 5.28 No os
maravilléis de esto; porque vendrá hora, cuando todos los que están en
los sepulcros oirán su voz; 5.29 Y los
que hicieron bien, saldrán á resurrección de vida; mas los que hicieron
mal, á resurrección de condenación. 5.30
No puedo yo de mí mismo hacer nada: como oigo, juzgo: y mi juicio es
justo; porque no busco mi voluntad, mas la voluntad del que me envió,
del Padre. 5.31 Si yo
doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. 5.32 Otro
es el que da testimonio de mí; y sé que el testimonio que da de mí, es
verdadero. 5.33
Vosotros enviasteis á Juan, y él dió testimonio á la verdad. 5.34 Empero
yo no tomo el testimonio de hombre; mas digo esto, para que vosotros
seáis salvos. 5.35 El era
antorcha que ardía y alumbraba: y vosotros quisisteis recrearos por un
poco á su luz. 5.36
Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan: porque las obras que el
Padre me dió que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan
testimonio de mí, que el Padre me haya enviado. 5.37 Y el
que me envió, el Padre, él ha dado testimonio de mí. Ni nunca habéis
oído su voz, ni habéis visto su parecer. 5.38 Ni
tenéis su palabra permanente en vosotros; porque al que él envió, á
éste vosotros no creéis. 5.39
Escudriñad las Escrituras, porque á vosotros os parece que en ellas
tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí. 5.40 Y no
queréis venir á mí, para que tengáis vida. 5.41 Gloria
de los hombres no recibo. 5.42 Mas yo
os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros. 5.43 Yo he
venido en nombre de mi Padre, y no me recibís: si otro viniere en su
propio nombre, á aquél recibiréis. 5.44 ¿Cómo
podéis vosotros creer, pues tomáis la gloria los unos de los otros, y
no buscáis la gloria que de sólo Dios viene? 5.45 No
penséis que yo os tengo de acusar delante del Padre; hay quien os
acusa, Moisés, en quien vosotros esperáis. 5.46 Porque
si vosotros creyeseis á Moisés, creeríais á mí; porque de mí escribió
él. 5.47 Y si á
sus escritos no creéis, ¿cómo creeréis á mis palabras? ▲6.1 PASADAS estas cosas, fuése
Jesús de la otra parte de la mar de Galilea, que es de Tiberias. 6.2 Y
seguíale grande multitud, porque veían sus señales que hacía en los
enfermos. 6.3 Y subió
Jesús á un monte, y se sentó allí con sus discípulos. 6.4 Y
estaba cerca la Pascua, la fiesta de los Judíos. 6.5
Y como alzó Jesús los ojos, y vió que había venido á él grande
multitud, dice á Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? 6.6 Mas
esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer. 6.7
Respondióle Felipe: Doscientos denarios de pan no les bastarán, para
que cada uno de ellos tome un poco. 6.8 Dícele
uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro: 6.9 Un
muchacho está aquí que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos;
¿mas qué es esto entre tantos? 6.10
Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. Y había mucha hierba en
aquel lugar: y recostáronse como número de cinco mil varones. 6.11
Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, repartió á los
discípulos, y los discípulos á los que estaban recostados: asimismo de
los peces, cuanto querían. 6.12 Y como
fueron saciados, dijo á sus discípulos: Recoged los pedazos que han
quedado, porque no se pierda nada. 6.13
Cogieron pues, é hinchieron doce cestas de pedazos de los cinco panes
de cebada, que sobraron á los que habían comido. 6.14
Aquellos hombres entonces, como vieron la señal que Jesús había hecho,
decían: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo. 6.15 Y
entendiendo Jesús que habían de venir para arrebatarle, y hacerle rey,
volvió á retirarse al monte, él solo. 6.16 Y como
se hizo tarde, descendieron sus discípulos á la mar; 6.17 Y
entrando en un barco, venían de la otra parte de la mar hacia
Capernaum. Y era ya oscuro, y Jesús no había venido á ellos. 6.18 Y
levantábase la mar con un gran viento que soplaba. 6.19
Y como hubieron navegado como veinticinco ó treinta estadios, ven á
Jesús que andaba sobre la mar, y se acercaba al barco: y tuvieron miedo. 6.20 Mas él
les dijo: Yo soy; no tengáis miedo. 6.21 Ellos
entonces gustaron recibirle en el barco: y luego el barco llegó á la
tierra donde iban. 6.22
El día siguiente, la gente que estaba de la otra parte de la mar, como
vió que no había allí otra navecilla sino una, y que Jesús no había
entrado con sus discípulos en ella, sino que sus discípulos se habían
ido solos; 6.23 Y que
otras navecillas habían arribado de Tiberias junto al lugar donde
habían comido el pan después de haber el Señor dado gracias; 6.24
Como vió pues la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos,
entraron ellos en las navecillas, y vinieron á Capernaum buscando á
Jesús. 6.25 Y
hallándole de la otra parte de la mar, dijéronle: Rabbí, ¿cuándo
llegaste acá? 6.26
Respondióles Jesús, y dijo; De cierto, de cierto os digo, que me
buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el
pan y os hartasteis. 6.27
Trabajad no por la comida que perece, mas por la comida que á vida
eterna permanece, la cual el Hijo del hombre os dará: porque á éste
señaló el Padre, que es Dios. 6.28 Y
dijéronle: ¿Qué haremos para que obremos las obras de Dios? 6.29
Respondió Jesús, y díjoles: Esta es la obra de Dios, que creáis en el
que él ha enviado. 6.30
Dijéronle entonces: ¿Qué señal pues haces tú, para que veamos, y te
creamos? ¿Qué obras? 6.31
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan
del cielo les dió á comer. 6.32
Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dió Moisés pan
del cielo; mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. 6.33 Porque
el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. 6.34 Y
dijéronle: Señor, danos siempre este pan. 6.35 Y
Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida: el que á mí viene, nunca tendrá
hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. 6.36 Mas os
he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. 6.37 Todo
lo que el Padre me da, vendrá á mí; y al que á mí viene, no le hecho
fuera. 6.38 Porque
he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, mas la voluntad del
que me envió. 6.39
Y esta es la voluntad del que me envió, del Padre: Que todo lo que me
diere, no pierda de ello, sino que lo resucite en el día postrero. 6.40
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al
Hijo, y cree en él, tenga vida eterna: y yo le resucitaré en el día
postrero. 6.41
Murmuraban entonces de él los Judíos, porque había dicho: Yo soy el pan
que descendí del cielo. 6.42
Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre
nosotros conocemos? ¿cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido? 6.43 Y
Jesús respondió, y díjoles: No murmuréis entre vosotros. 6.44
Ninguno puede venir á mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo
le resucitaré en el día postrero. 6.45
Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados de Dios. Así que,
todo aquel que oyó del Padre, y aprendió, viene á mí. 6.46 No que
alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios, éste ha visto
al Padre. 6.47 De
cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. 6.48 Yo soy
el pan de vida. 6.49
Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y son muertos. 6.50 Este
es el pan que desciende del cielo, para que el que de él comiere, no
muera. 6.51
Yo soy el pan vivo que he descendido del cielo: si alguno comiere de
este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la
cual yo daré por la vida del mundo. 6.52
Entonces los Judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste
darnos su carne á comer? 6.53
Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no comiereis la
carne del Hijo del hombre, y bebiereis su sangre, no tendréis vida en
vosotros. 6.54 El que
come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna: y yo le resucitaré
en el día postrero. 6.55 Porque
mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. 6.56 El que
come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. 6.57 Como
me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me
come, él también vivirá por mí. 6.58
Este es el pan que descendió del cielo: no como vuestros padres
comieron el maná, y son muertos: el que come de este pan, vivirá
eternamente. 6.59 Estas
cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum. 6.60 Y
muchos de sus discípulos oyéndo lo, dijeron: Dura es esta palabra:
¿quién la puede oir? 6.61 Y
sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto,
díjoles: ¿Esto os escandaliza? 6.62 ¿Pues
qué, si viereis al Hijo del hombre que sube donde estaba primero? 6.63 El
espíritu es el que da vida; la carne nada aprovecha: las palabras que
yo os he hablado, son espíritu y son vida. 6.64
Mas hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús desde el
principio sabía quiénes eran los que no creían, y quién le había de
entregar. 6.65 Y
dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir á mí, si no le fuere
dado del Padre. 6.66 Desde
esto, muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. 6.67 Dijo
entonces Jesús á los doce: ¿Queréis vosotros iros también? 6.68 Y
respondióle Simón Pedro: Señor, ¿á quién iremos? tú tienes palabras de
vida eterna. 6.69 Y
nosotros creemos y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios
viviente. 6.70 Jesús
le respondió: ¿No he escogido yo á vosotros doce, y uno de vosotros es
diablo? 6.71 Y
hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón, porque éste era el que le
había de entregar, el cual era uno de los doce. ▲7.1 Y PASADAS estas cosas
andaba Jesús en Galilea: que no quería andar en Judea, porque los
Judíos procuraban matarle. 7.2 Y
estaba cerca la fiesta de los Judíos, la de los tabernáculos. 7.3 Y
dijéronle sus hermanos: Pásate de aquí, y vete á Judea, para que
también tus discípulos vean las obras que haces. 7.4 Que
ninguno que procura ser claro, hace algo en oculto. Si estas cosas
haces, manifiéstate al mundo. 7.5 Porque
ni aun sus hermanos creían en él. 7.6 Díceles
entonces Jesús: Mi tiempo aun no ha venido; mas vuestro tiempo siempre
está presto. 7.7 No
puede el mundo aborreceros á vosotros; mas á mí me aborrece, porque yo
doy testimonio de él, que sus obras son malas. 7.8
Vosotros subid á esta fiesta; yo no subo aún á esta fiesta, porque mi
tiempo aun no es cumplido. 7.9 Y
habiéndoles dicho esto, quedóse en Galilea. 7.10 Mas
como sus hermanos hubieron subido, entonces él también subió á la
fiesta, no manifiestamente, sino como en secreto. 7.11 Y
buscábanle los Judíos en la fiesta, y decían: ¿Dónde está aquél? 7.12 Y
había grande murmullo de él entre la gente: porque unos decían: Bueno
es; y otros decían: No, antes engaña á las gentes. 7.13 Mas
ninguno hablaba abiertamente de él, por miedo de los Judíos. 7.14 Y al
medio de la fiesta subió Jesús al templo, y enseñaba. 7.15 y
maravillábanse los Judíos, diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, no
habiendo aprendido? 7.16
Respondióles Jesús, y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquél que me
envió. 7.17 El que
quisiere hacer su voluntad, conocerá de la doctrina si viene de Dios, ó
si yo hablo de mí mismo. 7.18
El que habla de sí mismo, su propia gloria busca; mas el que busca la
gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia. 7.19 ¿No os
dió Moisés la ley, y ninguno de vosotros hace la ley? ¿Por qué me
procuráis matar? 7.20
Respondió la gente, y dijo: Demonio tienes: ¿quién te procura matar? 7.21 Jesús
respondió, y díjoles: Una obra hice, y todos os maravilláis. 7.22
Cierto, Moisés os dió la circuncisión (no porque sea de Moisés, mas de
los padres); y en sábado circuncidáis al hombre. 7.23
Si recibe el hombre la circuncisión en sábado, para que la ley de
Moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en sábado hice
sano todo un hombre? 7.24 No
juzguéis según lo que parece, mas juzgad justo juicio. 7.25 Decían
entonces unos de los de Jerusalem: ¿No es éste al que buscan para
matarlo? 7.26 Y he
aquí, habla públicamente, y no le dicen nada; ¿si habrán entendido
verdaderamente los príncipes, que éste es el Cristo? 7.27 Mas
éste, sabemos de dónde es: y cuando viniere el Cristo, nadie sabrá de
dónde sea. 7.28
Entonces clamaba Jesús en el templo, enseñando y diciendo: Y á mí me
conocéis, y sabéis de dónde soy: y no he venido de mí mismo; mas el que
me envió es verdadero, al cual vosotros no conocéis. 7.29 Yo le
conozco, porque de él soy, y él me envió. 7.30
Entonces procuraban prenderle; mas ninguno puso en él mano, porque aun
no había venido su hora. 7.31 Y
muchos del pueblo creyeron en él, y decían: El Cristo, cuando viniere,
¿hará más señales que las que éste hace? 7.32
Los Fariseos oyeron á la gente que murmuraba de él estas cosas; y los
príncipes de los sacerdotes y los Fariseos enviaron servidores que le
prendiesen. 7.33 Y
Jesús dijo: Aun un poco de tiempo estaré con vosotros, é iré al que me
envió. 7.34 Me
buscaréis, y no me hallaréis; y donde yo estaré, vosotros no podréis
venir. 7.35
Entonces los Judíos dijeron entre sí: ¿A dónde se ha de ir éste que no
le hallemos? ¿Se ha de ir á los esparcidos entre los Griegos, y á
enseñar á los Griegos? 7.36 ¿Qué
dicho es éste que dijo: Me buscaréis, y no me hallaréis; y donde yo
estaré, vosotros no podréis venir? 7.37 Mas en
el postrer día grande de la fiesta, Jesús se ponía en pie y clamaba,
diciendo: Si alguno tiene sed, venga á mí y beba. 7.38 El que
cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su
vientre. 7.39
(Y esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él:
pues aun no había venido el Espíritu Santo; porque Jesús no estaba aún
glorificado.) 7.40
Entonces algunos de la multitud, oyendo este dicho, decían:
Verdaderamente éste es el profeta. 7.41 Otros
decían: Este es el Cristo. Algunos empero decían: ¿De Galilea ha de
venir el Cristo? 7.42 ¿No
dice la Escritura, que de la simiente de David, y de la aldea de
Bethlehem, de donde era David, vendrá el Cristo? 7.43 Así
que había disensión entre la gente acerca de él. 7.44 Y
algunos de ellos querían prenderle; mas ninguno echó sobre él manos. 7.45 Y los
ministriles vinieron á los principales sacerdotes y á los Fariseos; y
ellos les dijeron: ¿Por qué no le trajisteis? 7.46 Los
ministriles respondieron: Nunca ha hablado hombre así como este hombre. 7.47
Entonces los Fariseos les respondieron: ¿Estáis también vosotros
engañados? 7.48 ¿Ha
creído en él alguno de los príncipes, ó de los Fariseos? 7.49 Mas
estos comunales que no saben la ley, malditos son. 7.50
Díceles Nicodemo (el que vino á él de noche, el cual era uno de ellos): 7.51 ¿Juzga
nuestra ley á hombre, si primero no oyere de él, y entendiere lo que ha
hecho? 7.52
Respondieron y dijéronle: ¿Eres tú también Galileo? Escudriña y ve que
de Galilea nunca se levantó profeta. 7.53 Y
fuése cada uno á su casa. ▲8.1 Y JESUS se fué al monte de
las Olivas. 8.2 Y por
la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino á él: y sentado él,
los enseñaba. 8.3
Entonces los escribas y los Fariseos le traen una mujer tomada en
adulterio; y poniéndola en medio, 8.4
Dícenle: Maestro, esta mujer ha sido tomada en el mismo hecho,
adulterando; 8.5 Y en la
ley Moisés nos mandó apedrear á las tales: tú pues, ¿qué dices? 8.6 Mas
esto decían tentándole, para poder acusarle. Empero Jesús, inclinado
hacia abajo, escribía en tierra con el dedo. 8.7
Y como perseverasen preguntándole, enderezóse, y díjoles: El que de
vosotros esté sin pecado, arroje contra ella la piedra el primero. 8.8 Y
volviéndose á inclinar hacia abajo, escribía en tierra. 8.9
Oyendo, pues, ellos, redargüidos de la conciencia, salíanse uno á uno,
comenzando desde los más viejos hasta los postreros: y quedó solo
Jesús, y la mujer que estaba en medio. 8.10
Y enderezándose Jesús, y no viendo á nadie más que á la mujer, díjole:
¿Mujer, dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te ha condenado? 8.11 Y ella
dijo: Señor, ninguno. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno: vete, y
no peques más. 8.12
Y hablóles Jesús otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo: el que me
sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la lumbre de la vida. 8.13
Entonces los Fariseos le dijeron: Tú de ti mismo das testimonio: tu
testimonio no es verdadero. 8.14
Respondió Jesús, y díjoles: Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi
testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y á dónde voy;
mas vosotros no sabéis de dónde vengo, y á dónde voy. 8.15
Vosotros según la carne juzgáis; mas yo no juzgo á nadie. 8.16 Y si
yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy solo, sino yo y el que
me envió, el Padre. 8.17 Y en
vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. 8.18 Yo soy
el que doy testimonio de mí mismo: y da testimonio de mí el que me
envió, el Padre. 8.19
Y decíanle: ¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: Ni á mí me conocéis,
ni á mi Padre; si á mí me conocieseis, á mi Padre también conocierais. 8.20
Estas palabras habló Jesús en el lugar de las limosnas, enseñando en el
templo: y nadie le prendió; porque aun no había venido su hora. 8.21
Y díjoles otra vez Jesús: Yo me voy, y me buscaréis, mas en vuestro
pecado moriréis: á donde yo voy, vosotros no podéis venir. 8.22 Decían
entonces los Judíos: ¿Hase de matar á sí mismo, que dice: A donde yo
voy, vosotros no podéis venir? 8.23 Y
decíales: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de
este mundo, yo no soy de este mundo. 8.24 Por
eso os dije que moriréis en vuestros pecados: porque si no creyereis
que yo soy, en vuestros pecados moriréis. 8.25 Y
decíanle: ¿Tú quién eres? Entonces Jesús les dijo: El que al principio
también os he dicho. 8.26
Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros: mas el que me envió,
es verdadero: y yo, lo que he oído de él, esto hablo en el mundo. 8.27 Mas no
entendieron que él les hablaba del Padre. 8.28
Díjoles pues, Jesús: Cuando levantareis al Hijo del hombre, entonces
entenderéis que yo soy, y que nada hago de mí mismo; mas como el Padre
me enseñó, esto hablo. 8.29 Porque
el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre; porque
yo, lo que á él agrada, hago siempre. 8.30
Hablando él estas cosas, muchos creyeron en él. 8.31
Y decía Jesús á los Judíos que le habían creído: Si vosotros
permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 8.32 Y
conoceréis la verdad, y la verdad os libertará. 8.33 Y
respondiéronle: Simiente de Abraham somos, y jamás servimos á nadie:
¿cómo dices tú: Seréis libres? 8.34 Jesús
les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace
pecado, es siervo de pecado. 8.35 Y el
siervo no queda en casa para siempre: el hijo queda para siempre. 8.36 Así
que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. 8.37 Sé que
sois simiente de Abraham, mas procuráis matarme, porque mi palabra no
cabe en vosotros. 8.38 Yo
hablo lo que he visto cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que habéis
oído cerca de vuestro padre. 8.39
Respondieron y dijéronle: Nuestro padre es Abraham. Díceles Jesús: Si
fuerais hijos de Abraham, las obras de Abraham harías. 8.40 Empero
ahora procuráis matarme, hombre que os he hablado la verdad, la cual he
oído de Dios: no hizo esto Abraham. 8.41
Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Dijéronle entonces:
Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios. 8.42
Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuera Dios, ciertamente me
amaríais: porque yo de Dios he salido, y he venido; que no he venido de
mí mismo, mas él me envió. 8.43 ¿Por
qué no reconocéis mi lenguaje? porque no podéis oir mi palabra. 8.44
Vosotros de vuestro padre el diablo sois, y los deseos de vuestro padre
queréis cumplir. Él, homicida ha sido desde el principio, y no
permaneció en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla
mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. 8.45 Y
porque yo digo verdad, no me creéis. 8.46 ¿Quién
de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo verdad, ¿por qué
vosotros no me creéis? 8.47 El que
es de Dios, las palabras de Dios oye: por esto no las oís vosotros,
porque no sois de Dios. 8.48
Respondieron entonces los Judíos, y dijéronle: ¿No decimos bien
nosotros, que tú eres Samaritano, y tienes demonio? 8.49
Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro á mi Padre; y
vosotros me habéis deshonrado. 8.50 Y no
busco mi gloria: hay quien la busque, y juzgue. 8.51 De
cierto, de cierto os digo, que el que guardare mi palabra, no verá
muerte para siempre. 8.52
Entonces los Judíos le dijeron: Ahora conocemos que tienes demonio.
Abraham murió, y los profetas, y tú dices: El que guardare mi palabra,
no gustará muerte para siempre. 8.53 ¿Eres
tú mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió? y los profetas
murieron: ¿quién te haces á ti mismo? 8.54
Respondió Jesús: Si yo me glorifico á mí mismo, mi gloria es nada: mi
Padre es el que me glorifica; el que vosotros decís que es vuestro Dios; 8.55
Y no le conocéis: mas yo le conozco; y si dijere que no le conozco,
seré como vosotros mentiroso: mas le conozco, y guardo su palabra. 8.56
Abraham vuestro padre se gozó por ver mi día; y lo vió, y se gozó. 8.57
Dijéronle entonces los Judíos: Aun no tienes cincuenta años, ¿y has
visto á Abraham? 8.58
Díjoles Jesús: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese,
yo soy. 8.59
Tomaron entonces piedras para tirarle: mas Jesús se encubrió, y salió
del templo; y atravesando por medio de ellos, se fué. ▲9.1 Y PASANDO Jesús, vió un
hombre ciego desde su nacimiento. 9.2 Y
preguntáronle sus discípulos, diciendo: Rabbí, ¿quién pecó, éste ó sus
padres, para que naciese ciego? 9.3
Respondió Jesús: Ni éste pecó, ni sus padres: mas para que las obras de
Dios se manifiesten en él. 9.4
Conviéneme obrar las obrar del que me envió, entre tanto que el día
dura: la noche viene, cuando nadie puede obrar. 9.5 Entre
tanto que estuviere en el mundo, luz soy del mundo. 9.6 Esto
dicho, escupió en tierra, é hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo
sobre los ojos del ciego, 9.7
Y díjole: Ve, lávate en el estanque de Siloé (que significa, si lo
interpretares, Enviado). Y fué entonces, y lavóse, y volvió viendo. 9.8
Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego,
decían: ¿no es éste el que se sentaba y mendigaba? 9.9 Unos
decían: Este es; y otros: A él se parece. El decía: Yo soy. 9.10 Y
dijéronle: ¿Cómo te fueron abiertos los ojos? 9.11
Respondió él y dijo: El hombre que se llama Jesús, hizo lodo, y me untó
los ojos, y me dijo: Ve al Siloé, y lávate: y fuí, y me lavé, y recibí
la vista. 9.12
Entonces le dijeron: ¿Dónde está aquél? El dijo: No sé. 9.13
Llevaron á los Fariseos al que antes había sido ciego. 9.14 Y era
sábado cuando Jesús había hecho el lodo, y le había abierto los ojos. 9.15
Y volviéronle á preguntar también los Fariseos de qué manera había
recibido la vista. Y él les dijo: Púsome lodo sobre los ojos, y me
lavé, y veo. 9.16
Entonces unos de los Fariseos decían: Este hombre no es de Dios, que no
guarda el sábado. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer
estas señales? Y había disensión entre ellos. 9.17
Vuelven á decir al ciego: ¿Tú, qué dices del que te abrió los ojos? Y
él dijo: Que es profeta. 9.18
Mas los Judíos no creían de él, que había sido ciego, y hubiese
recibido la vista, hasta que llamaron á los padres del que había
recibido la vista; 9.19 Y
preguntáronles, diciendo: ¿Es éste vuestro hijo, el que vosotros decís
que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora? 9.20
Respondiéronles sus padres y dijeron: Sabemos que éste es nuestro hijo,
y que nació ciego: 9.21
Mas cómo vea ahora, no sabemos; ó quién le haya abierto los ojos,
nosotros no lo sabemos; él tiene edad, preguntadle á él; él hablará de
sí. 9.22 Esto
dijeron
sus padres, porque tenían miedo de los Judíos: porque ya los Judíos
habían resuelto que si alguno confesase ser él el Mesías, fuese fuera
de la sinagoga. 9.23 Por
eso dijeron sus padres: Edad tiene, preguntadle á él. 9.24
Así que, volvieron á llamar al hombre que había sido ciego, y
dijéronle: Da gloria á Dios: nosotros sabemos que este hombre es
pecador. 9.25
Entonces él respondió, y dijo: Si es pecador, no lo sé: una cosa sé,
que habiendo yo sido ciego, ahora veo. 9.26 Y
volviéronle á decir: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos? 9.27
Respondióles: Ya os lo he dicho, y no habéis atendido: ¿por qué lo
queréis otra vez oir? ¿queréis también vosotros haceros sus discípulos? 9.28 Y le
ultrajaron, y dijeron: Tú eres su discípulo; pero nosotros discípulos
de Moisés somos. 9.29
Nosotros sabemos que á Moisés habló Dios: mas éste no sabemos de dónde
es. 9.30
Respondió aquel hombre, y díjoles: Por cierto, maravillosa cosa es
ésta, que vosotros no sabéis de dónde sea, y á mí me abrió los ojos. 9.31 Y
sabemos que Dios no oye á los pecadores: mas si alguno es temeroso de
Dios, y hace su voluntad, á éste oye. 9.32 Desde
el siglo no fué oído, que abriese alguno los ojos de uno que nació
ciego. 9.33 Si
éste no fuera de Dios, no pudiera hacer nada. 9.34
Respondieron, y dijéronle: En pecados eres nacido todo, ¿y tú nos
enseñas? Y echáronle fuera. 9.35 Oyó
Jesús que le habían echado fuera; y hallándole, díjole: ¿Crees tú en el
Hijo de Dios? 9.36
Respondió él, y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? 9.37 Y
díjole Jesús: Y le has visto, y el que habla contigo, él es. 9.38 Y él
dice: Creo, Señor; y adoróle. 9.39 Y dijo
Jesús: Yo, para juicio he venido á este mundo: para que los que no ven,
vean; y los que ven, sean cegados. 9.40 Y
ciertos de los Fariseos que estaban con él oyeron esto, y dijéronle:
¿Somos nosotros también ciegos? 9.41
Díjoles Jesús: Si fuerais ciegos, no tuvierais pecado: mas ahora porque
decís, Vemos, por tanto vuestro pecado permanece. ▲10.1
DE cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el
corral de las ovejas, mas sube por otra parte, el tal es ladrón y
robador. 10.2 Mas el
que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. 10.3 A éste
abre el portero, y las ovejas oyen su voz: y á sus ovejas llama por
nombre, y las saca. 10.4 Y como
ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le
siguen, porque conocen su voz. 10.5 Mas al
extraño no seguirán, antes huirán de él: porque no conocen la voz de
los extraños. 10.6 Esta
parábola les dijo Jesús; mas ellos no entendieron qué era lo que les
decía. 10.7
Volvióles, pues, Jesús á decir: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la
puerta de las ovejas. 10.8 Todos
los que antes de mí vinieron, ladrones son y robadores; mas no los
oyeron las ovejas. 10.9 Yo soy
la puerta: el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y
hallará pastos. 10.10
El ladrón no viene sino para hurtar, y matar, y destruir: yo he venido
para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. 10.11 Yo
soy el buen pastor: el buen pastor su vida da por las ovejas. 10.12
Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las
ovejas, ve al lobo que viene, y deja las ovejas, y huye, y el lobo las
arrebata, y esparce las ovejas. 10.13 Así
que, el asalariado, huye, porque es asalariado, y no tiene cuidado de
las ovejas. 10.14 Yo
soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen. 10.15 Como
el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las
ovejas. 10.16
También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también
me conviene traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. 10.17 Por
eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla á tomar. 10.18
Nadie me la quita, mas yo la pongo de mí mismo. Tengo poder para
ponerla, y tengo poder para volverla á tomar. Este mandamiento recibí
de mi Padre. 10.19 Y
volvió á haber disensión entre los Judíos por estas palabras. 10.20 Y
muchos de ellos decían: Demonio tiene, y está fuera de sí; ¿para qué le
oís? 10.21
Decían otros: Estas palabras no son de endemoniado: ¿puede el demonio
abrir los ojos de los ciegos? 10.22 Y se
hacía la fiesta de la dedicación en Jerusalem; y era invierno; 10.23 Y
Jesús andaba en el templo por el portal de Salomón. 10.24 Y
rodeáronle los Judíos y dijéronle: ¿Hasta cuándo nos has de turbar el
alma? Si tú eres el Cristo, dínos lo abiertamente. 10.25
Respondióles Jesús: Os lo he dicho, y no creéis: las obras que yo hago
en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí; 10.26 Mas
vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. 10.27 Mis
ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen; 10.28 Y yo
les doy vida eterna y no perecerán para siempre, ni nadie las
arrebatará de mi mano. 10.29 Mi
Padre que me las dió, mayor que todos es y nadie las puede arrebatar de
la mano de mi Padre. 10.30 Yo y
el Padre una cosa somos. 10.31
Entonces volvieron á tomar piedras los Judíos para apedrearle. 10.32
Respondióles Jesús: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre,
¿por cuál obra de esas me apedreáis? 10.33
Respondiéronle los Judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos,
sino por la blasfemia; y porque tú, siendo hombre, te haces Dios. 10.34
Respondióles Jesús: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, Dioses
sois? 10.35 Si
dijo, dioses, á aquellos á los cuales fué hecha palabra de Dios (y la
Escritura no puede ser quebrantada); 10.36 ¿A
quien el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú
blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy? 10.37 Si no
hago obras de mi Padre, no me creáis. 10.38
Mas si las hago, aunque á mí no creáis, creed á las obras; para que
conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre. 10.39 Y
procuraban otra vez prenderle; mas él se salió de sus manos; 10.40 Y
volvióse tras el Jordán, á aquel lugar donde primero había estado
bautizando Juan; y estúvose allí. 10.41 Y
muchos venían á él, y decían: Juan, á la verdad, ninguna señal hizo;
mas todo lo que Juan dijo de éste, era verdad. 10.42 Y
muchos creyeron allí en él. ▲11.1 ESTABA entonces enfermo uno
llamado Lázaro, de Bethania, la aldea de María y de Marta su hermana. 11.2 (Y
María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, era la que ungió al Señor
con ungüento, y limpió sus pies con sus cabellos) 11.3
Enviaron, pues, sus hermanas á él, diciendo: Señor, he aquí, el que
amas está enfermo. 11.4
Y oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, mas por
gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. 11.5 Y
amaba Jesús á Marta, y á su hermana, y á Lázaro. 11.6 Como
oyó pues que estaba enfermo, quedóse aún dos días en aquel lugar donde
estaba. 11.7 Luego,
después de esto, dijo á los discípulos: Vamos á Judea otra vez. 11.8
Dícenle los discípulos: Rabbí, ahora procuraban los Judíos apedrearte,
¿y otra vez vas allá? 11.9
Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que anduviere de día,
no tropieza, porque ve la luz de este mundo. 11.10 Mas
el que anduviere de noche, tropieza, porque no hay luz en él. 11.11 Dicho
esto, díceles después: Lázaro nuestro amigo duerme; mas voy á
despertarle del sueño. 11.12
Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, salvo estará. 11.13 Mas
esto decía Jesús de la muerte de él: y ellos pensaron que hablaba del
reposar del sueño. 11.14
Entonces, pues, Jesús les dijo claramente: Lázaro es muerto; 11.15 Y
huélgome por vosotros, que yo no haya estado allí, para que creáis: mas
vamos á él. 11.16 Dijo
entonces Tomás, el que se dice el Dídimo, á sus condiscípulos: Vamos
también nosotros, para que muramos con él. 11.17 Vino
pues Jesús, y halló que había ya cuatro días que estaba en el sepulcro. 11.18 Y
Bethania estaba cerca de Jerusalem, como quince estadios; 11.19 Y
muchos de los Judíos habían venido á Marta y á María, á consolarlas de
su hermano. 11.20
Entonces Marta, como oyó que Jesús venía, salió á encontrarle; mas
María se estuvo en casa. 11.21 Y
Marta dijo á Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no fuera
muerto; 11.22 Mas
también sé ahora, que todo lo que pidieres de Dios, te dará Dios. 11.23
Dícele Jesús: Resucitará tu hermano. 11.24 Marta
le dice: Yo sé que resucitará en la resurrección en el día postrero. 11.25
Dícele Jesús: Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí,
aunque esté muerto, vivirá. 11.26 Y
todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? 11.27
Dícele: Sí Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios,
que has venido al mundo. 11.28 Y
esto dicho, fuése, y llamó en secreto á María su hermana, diciendo: El
Maestro está aquí y te llama. 11.29 Ella,
como lo oyó, levántase prestamente y viene á él. 11.30 (Que
aun no había llegado Jesús á la aldea, mas estaba en aquel lugar donde
Marta le había encontrado.) 11.31
Entonces los Judíos que estaban en casa con ella, y la consolaban, como
vieron que María se había levantado prestamente, y había salido,
siguiéronla, diciendo: Va al sepulcro á llorar allí. 11.32
Mas María, como vino donde estaba Jesús, viéndole, derribóse á sus
pies, diciéndole: Señor, si hubieras estado aquí, no fuera muerto mi
hermano. 11.33 Jesús
entonces, como la vió llorando, y á los Judíos que habían venido
juntamente con ella llorando, se conmovió en espíritu, y turbóse, 11.34 Y
dijo: ¿Dónde le pusisteis? Dicenle: Señor, ven, y ve. 11.35 Y
lloró Jesús. 11.36
Dijeron entonces los Judíos: Mirad cómo le amaba. 11.37 Y
algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste que abrió los ojos al ciego,
hacer que éste no muriera? 11.38 Y
Jesús, conmoviéndose otra vez en sí mismo, vino al sepulcro. Era una
cueva, la cual tenía una piedra encima. 11.39 Dice
Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que se había muerto, le
dice: Señor, hiede ya, que es de cuatro días. 11.40 Jesús
le dice: ¿No te he dicho que, si creyeres, verás la gloria de Dios? 11.41
Entonces quitaron la piedra de donde el muerto había sido puesto. Y
Jesús, alzando los ojos arriba, dijo: Padre, gracias te doy que me has
oído. 11.42 Que
yo
sabía que siempre me oyes; mas por causa de la compañía que está
alrededor, lo dije, para que crean que tú me has enviado. 11.43 Y
habiendo dicho estas cosas, clamó á gran voz: Lázaro, ven fuera. 11.44
Y el que había estado muerto, salió, atadas las manos y los pies con
vendas; y su rostro estaba envuelto en un sudario. Díceles Jesús:
Desatadle, y dejadle ir. 11.45
Entonces muchos de los Judíos que habían venido á María, y habían visto
lo que había hecho Jesús, creyeron en él. 11.46 Mas
algunos de ellos fueron á los Fariseos, y dijéronles lo que Jesús había
hecho. 11.47
Entonces los pontífices y los Fariseos juntaron concilio, y decían:
¿Qué hacemos? porque este hombre hace muchas señales. 11.48 Si le
dejamos así, todos creerán en él: y vendrán los Romanos, y quitarán
nuestro lugar y la nación. 11.49 Y
Caifás, uno de ellos, sumo pontífice de aquel año, les dijo: Vosotros
no sabéis nada; 11.50 Ni
pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que
toda la nación se pierda. 11.51
Mas esto no lo dijo de sí mismo; sino que, como era el sumo pontífice
de aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación: 11.52 Y no
solamente por aquella nación, mas también para que juntase en uno los
hijos de Dios que estaban derramados. 11.53 Así
que, desde aquel día consultaban juntos de matarle. 11.54
Por tanto, Jesús ya no andaba manifiestamente entre los Judíos; mas
fuése de allí á la tierra que está junto al desierto, á una ciudad que
se llama Ephraim: y estábase allí con sus discípulos 11.55 Y la
Pascua de los Judíos estaba cerca: y muchos subieron de aquella tierra
á Jerusalem antes de la Pascua, para purificarse; 11.56 Y
buscaban á Jesús, y hablaban los unos con los otros estando en el
templo. ¿Qué os parece, que no vendrá á la fiesta? 11.57
Y los pontífices y los Fariseos habían dado mandamiento, que si alguno
supiese dónde estuviera, lo manifestase, para que le prendiesen. ▲12.1
Y JESUS, seis días antes de la Pascua, vino á Bethania, donde estaba
Lázaro, que había sido muerto, al cual había resucitado de los muertos. 12.2 E
hiciéronle allí una cena y Marta servía, y Lázaro era uno de los que
estaban sentados á la mesa juntamente con él. 12.3
Entonces María tomó una libra de ungüento de nardo líquido de mucho
precio, y ungió los pies de Jesús, y limpió sus pies con sus cabellos:
y la casa se llenó del olor del ungüento. 12.4 Y dijo
uno de sus discípulos, Judas Iscariote, hijo de Simón, el que le había
de entregar: 12.5 ¿Por
qué no se ha vendido este ungüento por trescientos dineros, y se dió á
los pobres? 12.6
Mas dijo esto, no por el cuidado que él tenía de los pobres: sino
porque era ladrón, y tenía la bolsa, y traía lo que se echaba en ella. 12.7
Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado
esto; 12.8 Porque
á los pobres siempre los tenéis con vosotros, mas á mí no siempre me
tenéis. 12.9
Entonces mucha gente de los Judíos entendió que él estaba allí; y
vinieron no solamente por causa de Jesús, mas también por ver á Lázaro,
al cual había resucitado de los muertos. 12.10
Consultaron asimismo los príncipes de los sacerdotes, de matar también
á Lázaro; 12.11
Porque muchos de los Judíos iban y creían en Jesús por causa de él. 12.12 El
siguiente día, mucha gente que había venido á la fiesta, como oyeron
que Jesús venía á Jerusalem, 12.13
Tomaron ramos de palmas, y salieron á recibirle, y clamaban: ¡Hosanna,
Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel! 12.14 Y
halló Jesús un asnillo, y se sentó sobre él, como está escrito: 12.15 No
temas, hija de Sión: he aquí tu Rey viene, sentado sobre un pollino de
asna. 12.16
Estas cosas no las entendieron sus discípulos de primero: empero cuando
Jesús fué glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban
escritas de él, y que le hicieron estas cosas. 12.17 Y la
gente que estaba con él, daba testimonio de cuando llamó á Lázaro del
sepulcro, y le resucitó de los muertos. 12.18 Por
lo cual también había venido la gente á recibirle, porque había oído
que él había hecho esta señal; 12.19 Mas
los Fariseos dijeron entre sí: ¿Veis que nada aprovecháis? he aquí, el
mundo se va tras de él. 12.20 Y
había ciertos Griegos de los que habían subido á adorar en la fiesta: 12.21 Estos
pues, se llegaron á Felipe, que era de Bethsaida de Galilea, y
rogáronle, diciendo: Señor, querríamos ver á Jesús. 12.22 Vino
Felipe, y díjolo á Andrés: Andrés entonces, y Felipe, lo dicen á Jesús. 12.23
Entonces Jesús les respondió, diciendo: La hora viene en que el Hijo
del hombre ha de ser glorificado. 12.24
De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la
tierra y muere, él solo queda; mas si muriere, mucho fruto lleva. 12.25 El
que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo,
para vida eterna la guardará. 12.26 Si
alguno me sirve, sígame: y donde yo estuviere, allí también estará mi
servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará. 12.27 Ahora
está turbada mi alma; ¿y qué diré? Padre, sálvame de esta hora. Mas por
esto he venido en esta hora. 12.28
Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Y lo he
glorificado, y lo glorificaré otra vez. 12.29 Y la
gente que estaba presente, y había oído, decía que había sido trueno.
Otros decían: Angel le ha hablado. 12.30
Respondió Jesús, y dijo: No ha venido esta voz por mi causa, mas por
causa de vosotros. 12.31 Ahora
es el juicio de este mundo: ahora el príncipe de este mundo será echado
fuera. 12.32 Y yo,
si fuere levantado de la tierra, á todos traeré á mí mismo. 12.33 Y
esto decía dando á entender de qué muerte había de morir. 12.34
Respondióle la gente: Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo
permanece para siempre: ¿cómo pues dices tú: Conviene que el Hijo del
hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del hombre? 12.35
Entonces Jesús les dice: Aun por un poco estará la luz entre vosotros:
andad entre tanto que tenéis luz, porque no os sorprendan las
tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe dónde va. 12.36
Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de
luz. Estas cosas habló Jesús, y fuése, y escondióse de ellos. 12.37
Empero habiendo hecho delante de ellos tantas señales, no creían en él. 12.38
Para que se cumpliese el dicho que dijo el profeta Isaías: ¿Señor,
quién ha creído á nuestro dicho? ¿Y el brazo del Señor, á quién es
revelado? 12.39 Por
esto no podían creer, porque otra vez dijo Isaías: 12.40
Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; Porque no vean con los
ojos, y entiendan de corazón, Y se conviertan, Y yo los sane. 12.41 Estas
cosas dijo Isaías cuando vió su gloria, y habló de él. 12.42
Con todo eso, aun de los príncipes, muchos creyeron en él; mas por
causa de los Fariseos no lo confesaban, por no ser echados de la
sinagoga. 12.43
Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios. 12.44 Mas
Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me
envió; 12.45 Y el
que me ve, ve al que me envió. 12.46 Yo la
luz he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no
permanezca en tinieblas. 12.47 Y el
que oyere mis palabras, y no las creyere, yo no le juzgo; porque no he
venido á juzgar al mundo, sino á salvar al mundo. 12.48
El que me desecha, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue: la
palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero. 12.49
Porque yo no he hablado de mí mismo; mas el Padre que me envió, él me
dió mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. 12.50 Y sé
que su mandamiento es vida eterna: así que, lo que yo hablo, como el
Padre me lo ha dicho, así hablo. ▲13.1
ANTES de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que su hora había
venido para que pasase de este mundo al Padre, como había amado á los
suyos que estaban en el mundo, amólos hasta el fin. 13.2 Y la
cena acabada, como el diablo ya había metido en el corazón de Judas,
hijo de Simón Iscariote, que le entregase, 13.3
Sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos,
y que había salido de Dios, y á Dios iba, 13.4
Levántase de la cena, y quítase su ropa, y tomando una toalla, ciñóse. 13.5
Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó á lavar los pies de los
discípulos, y á limpiarlos con la toalla con que estaba ceñido. 13.6
Entonces vino á Simón Pedro; y Pedro le dice: ¿Señor, tú me lavas los
pies? 13.7
Respondió Jesús, y díjole: Lo que yo hago, tú no entiendes ahora; mas
lo entenderás después. 13.8 Dícele
Pedro: No me lavarás los pies jamás. Respondióle Jesús: Si no te
lavare, no tendrás parte conmigo. 13.9 Dícele
Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, mas aun las manos y la cabeza. 13.10
Dícele Jesús: El que está lavado, no necesita sino que lave los pies,
mas está todo limpio: y vosotros limpios estáis, aunque no todos. 13.11
Porque sabía quién le había de entregar; por eso dijo: No estáis
limpios todos. 13.12
Así que, después que les hubo lavado los pies, y tomado su ropa,
volviéndose á sentar á la mesa, díjoles: ¿Sabéis lo que os he hecho? 13.13
Vosotros me llamáis, Maestro, y, Señor: y decís bien; porque lo soy. 13.14 Pues
si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también
debéis lavar los pies los unos á los otros. 13.15
Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros
también hagáis. 13.16 De
cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el
apóstol es mayor que el que le envió. 13.17 Si
sabéis estas cosas, bienaventurados seréis, si las hiciereis. 13.18
No hablo de todos vosotros: yo sé los que he elegido: mas para que se
cumpla la Escritura: El que come pan conmigo, levantó contra mí su
calcañar. 13.19 Desde
ahora os lo digo antes que se haga, para que cuando se hiciere, creáis
que yo soy. 13.20 De
cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, á mí
recibe; y el que á mí recibe, recibe al que me envió. 13.21
Como hubo dicho Jesús esto, fué conmovido en el espíritu, y protestó, y
dijo: De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me ha de
entregar. 13.22
Entonces los discípulos mirábanse los unos á los otros, dudando de
quién decía. 13.23 Y uno
de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba recostado en el seno de
Jesús. 13.24 A
éste, pues, hizo señas Simón Pedro, para que preguntase quién era aquél
de quien decía. 13.25 El
entonces recostándose sobre el pecho de Jesús, dícele: Señor, ¿quién es? 13.26
Respondió Jesús: Aquél es, á quien yo diere el pan mojado. Y mojando el
pan, diólo á Judas Iscariote, hijo de Simón. 13.27 Y
tras el bocado Satanás entró en él. Entonces Jesús le dice: Lo que
haces, haz lo más presto. 13.28 Mas
ninguno de los que estaban á la mesa entendió á qué propósito le dijo
esto. 13.29
Porque los unos pensaban, por que Judas tenía la bolsa, que Jesús le
decía: Compra lo que necesitamos para la fiesta: ó, que diese algo á
los pobres. 13.30 Como
él pues hubo tomado el bocado, luego salió: y era ya noche. 13.31
Entonces como él salió, dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del
hombre, y Dios es glorificado en él. 13.32 Si
Dios es glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo, y
luego le glorificará. 13.33
Hijitos, aun un poco estoy con vosotros. Me buscaréis; mas, como dije á
los Judíos: Donde yo voy, vosotros no podéis venir; así digo á vosotros
ahora. 13.34 Un
mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos á otros: como os he amado,
que también os améis los unos á los otros. 13.35 En
esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los
unos con los otros. 13.36
Dícele Simón Pedro: Señor, ¿adónde vas? Respondióle Jesús: Donde yo
voy, no me puedes ahora seguir; mas me seguirás después. 13.37
Dícele Pedro: Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora? mi alma pondré
por ti. 13.38
Respondióle Jesús: ¿Tu alma pondrás por mí? De cierto, de cierto te
digo: No cantará el gallo, sin que me hayas negado tres veces. ▲14.1 NO se turbe vuestro
corazón; creéis en Dios, creed también en mí. 14.2 En la
casa de mi Padre muchas moradas hay: de otra manera os lo hubiera
dicho: voy, pues, á preparar lugar para vosotros. 14.3
Y si me fuere, y os aparejare lugar, vendré otra vez, y os tomaré á mí
mismo: para que donde yo estoy, vosotros también estéis. 14.4 Y
sabéis á dónde yo voy; y sabéis el camino. 14.5 Dícele
Tomás: Señor, no sabemos á dónde vas: ¿cómo, pues, podemos saber el
camino? 14.6 Jesús
le dice: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al
Padre, sino por mí. 14.7 Si me
conocieseis, también á mi Padre conocierais: y desde ahora le conocéis,
y le habéis visto. 14.8 Dícele
Felipe: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. 14.9
Jesús le dice: ¿Tanto tiempo ha que estoy con vosotros, y no me has
conocido, Felipe? El que me ha visto, ha visto al Padre; ¿cómo, pues,
dices tú: Muéstranos el Padre? 14.10
¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo
os hablo, no las hablo de mí mismo: mas el Padre que está en mí, él
hace las obras. 14.11
Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí: de otra manera,
creedme por las mismas obras. 14.12
De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago
también él las hará; y mayores que éstas hará; porque yo voy al Padre. 14.13 Y
todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, esto haré, para que el
Padre sea glorificado en el Hijo. 14.14 Si
algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré. 14.15 Si me
amáis, guardad mis mandamientos; 14.16 Y yo
rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros
para siempre: 14.17
Al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le
ve, ni le conoce: mas vosotros le conocéis; porque está con vosotros, y
será en vosotros. 14.18 No os
dejaré huérfanos: vendré á vosotros. 14.19 Aun
un poquito, y el mundo no me verá más; empero vosotros me veréis;
porque yo vivo, y vosotros también viviréis. 14.20 En
aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en
mí, y yo en vosotros. 14.21
El que tiene mis mandamientos, y los guarda, aquél es el que me ama; y
el que me ama, será amado de mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré
á él. 14.22
Dícele Judas, no el Iscariote: Señor, ¿qué hay porque te hayas de
manifestar á nosotros, y no al mundo? 14.23
Respondió Jesús, y díjole: El que me ama, mi palabra guardará; y mi
Padre le amará, y vendremos á él, y haremos con él morada. 14.24 El
que no me ama, no guarda mis palabras: y la palabra que habéis oído, no
es mía, sino del Padre que me envió. 14.25 Estas
cosas os he hablado estando con vosotros. 14.26
Mas el Consolador, el Espíritu Santo, al cual el Padre enviará en mi
nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todas las cosas
que os he dicho. 14.27 La
paz os dejo, mi paz os doy: no como el mundo la da, yo os la doy. No se
turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. 14.28
Habéis oído cómo yo os he dicho: Voy, y vengo á vosotros. Si me
amaseis, ciertamente os gozaríais, porque he dicho que voy al Padre:
porque el Padre mayor es que yo. 14.29 Y
ahora os lo he dicho antes que se haga; para que cuando se hiciere,
creáis. 14.30 Ya no
hablaré mucho con vosotros: porque viene el príncipe de este mundo; mas
no tiene nada en mí. 14.31
Empero para que conozca el mundo que amo al Padre, y como el Padre me
dió el mandamiento, así hago. Levantaos, vamos de aquí, ▲15.1 YO soy la vid verdadera, y
mi Padre es el labrador. 15.2 Todo
pámpano que en mí no lleva fruto, le quitará: y todo aquel que lleva
fruto, le limpiará, para que lleve más fruto. 15.3 Ya
vosotros sois limpios por la palabra que os he hablado. 15.4
Estad en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto de
sí mismo, si no estuviere en la vid; así ni vosotros, si no estuviereis
en mí. 15.5 Yo soy
la vid, vosotros los pámpanos: el que está en mí, y yo en él, éste
lleva mucho fruto; porque sin mí nada podéis hacer. 15.6 El que
en mí no estuviere, será echado fuera como mal pámpano, y se secará; y
los cogen, y los echan en el fuego, y arden. 15.7 Si
estuviereis en mí, y mis palabras estuvieren en vosotros, pedid todo lo
que quisiereis, y os será hecho. 15.8 En
esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así
mis discípulos. 15.9 Como
el Padre me amó, también yo os he amado: estad en mi amor. 15.10
Si guardareis mis mandamientos, estaréis en mi amor; como yo también he
guardado los mandamientos de mi Padre, y estoy en su amor. 15.11 Estas
cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo
sea cumplido. 15.12 Este
es mi mandamiento: Que os améis los unos á los otros, como yo os he
amado. 15.13 Nadie
tiene mayor amor que este, que ponga alguno su vida por sus amigos. 15.14
Vosotros sois mis amigos, si hiciereis las cosas que yo os mando. 15.15
Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su
señor: mas os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi
Padre, os he hecho notorias. 15.16
No me elegisteis vosotros á mí, mas yo os elegí á vosotros; y os he
puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca:
para que todo lo que pidiereis del Padre en mi nombre, él os lo dé. 15.17 Esto
os mando: Que os améis los unos á los otros. 15.18 Si el
mundo os aborrece, sabed que á mí me aborreció antes que á vosotros. 15.19
Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; mas porque no sois del
mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso os aborrece el mundo. 15.20
Acordaos de la palabra que yo os he dicho: No es el siervo mayor que su
señor. Si á mí mé han perseguido, también á vosotros perseguirán: si
han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. 15.21 Mas
todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me
ha enviado. 15.22 Si no
hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado, mas ahora
no tienen excusa de su pecado. 15.23 El
que me aborrece, también á mi Padre aborrece. 15.24
Si no hubiese hecho entre ellos obras cuales ningún otro ha hecho, no
tendrían pecado; mas ahora, y las han visto, y me aborrecen á mí y á mi
Padre. 15.25 Mas
para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Que sin causa
me aborrecieron. 15.26
Empero cuando viniere el Consolador, el cual yo os enviaré del Padre,
el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio de
mí. 15.27 Y
vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio. ▲16.1 ESTAS cosas os he hablado,
para que no os escandalicéis. 16.2 Os
echarán de los sinagogas; y aun viene la hora, cuando cualquiera que os
matare, pensará que hace servició á Dios. 16.3 Y
estas cosas os harán, porque no conocen al Padre ni á mí. 16.4
Mas os he dicho esto, para que cuando aquella hora viniere, os acordeis
que yo os lo había dicho. Esto empero no os lo dije al principio,
porque yo estaba con vosotros. 16.5 Mas
ahora voy al que me envió; y ninguno de vosotros me pregunta: ¿Adónde
vas? 16.6 Antes,
porque os he hablado estas cosas, tristeza ha henchido vuestro corazón. 16.7
Empero yo os digo la verdad: Os es necesario que yo vaya: porque si yo
no fuese, el Consolador no vendría á vosotros; mas si yo fuere, os le
enviaré. 16.8 Y
cuando él viniere redargüirá al mundo de pecado, y de justicia, y de
juicio: 16.9 De
pecado ciertamente, por cuanto no creen en mí; 16.10 Y de
justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; 16.11 Y de
juicio, por cuanto el príncipe de este mundo es juzgado. 16.12 Aun
tengo muchas cosas que deciros, mas ahora no las podéis llevar. 16.13
Pero cuando viniere aquel Espíritu de verdad, él os guiará á toda
verdad; porque no hablará de sí mismo, sino que hablará todo lo que
oyere, y os hará saber las cosas que han de venir. 16.14 El me
glorificará: porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. 16.15 Todo
lo que tiene el Padre, mío es: por eso dije que tomará de lo mío, y os
lo hará saber. 16.16 Un
poquito, y no me veréis; y otra vez un poquito, y me veréis: porque yo
voy al Padre. 16.17
Entonces dijeron algunos de sus discípulos unos á otros: ¿Qué es esto
que nos dice: Un poquito, y no me veréis; y otra vez un poquito, y me
veréis: y, por que yo voy al Padre? 16.18
Decían pues: ¿Qué es esto que dice: Un poquito? No entendemos lo que
habla. 16.19
Y conoció Jesús que le querían preguntar, y díjoles: ¿Preguntáis entre
vosotros de esto que dije: Un poquito, y no me veréis, y otra vez un
poquito, y me veréis? 16.20
De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y
el mundo se alegrará: empero aunque vosotros estaréis tristes, vuestra
tristeza se tornará en gozo. 16.21
La mujer cuando pare, tiene dolor, porque es venida su hora; mas
después que ha parido un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el
gozo de que haya nacido un hombre en el mundo. 16.22
También, pues, vosotros ahora ciertamente tenéis tristeza; mas otra vez
os veré, y se gozará vuestro corazón, y nadie quitará de vosotros
vuestro gozo. 16.23 Y
aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que
todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. 16.24 Hasta
ahora nada habéis pedido en mi nombre: pedid, y recibiréis, para que
vuestro gozo sea cumplido. 16.25
Estas cosas os he hablado en proverbios: la hora viene cuando ya no os
hablaré por proverbios, pero claramente os anunciaré del Padre. 16.26 Aquel
día pediréis en mi nombre: y no os digo, que yo rogaré al Padre por
vosotros; 16.27 Pues
el mismo Padre os ama, porque vosotros me amasteis, y habéis creído que
yo salí de Dios. 16.28 Salí
del Padre, y he venido al mundo: otra vez dejo el mundo, y voy al Padre. 16.29
Dícenle sus discípulos: He aquí, ahora hablas claramente, y ningún
proverbio dices. 16.30 Ahora
entendemos que sabes todas las cosas, y no necesitas que nadie te
pregunte: en esto creemos que has salido de Dios. 16.31
Respondióles Jesús: ¿Ahora creéis? 16.32
He aquí, la hora viene, y ha venido, que seréis esparcidos cada uno por
su parte, y me dejaréis solo: mas no estoy solo, porque el Padre está
conmigo. 16.33 Estas
cosas os he hablado, para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis
aflicción: mas confiad, yo he vencido al mundo. ▲17.1
ESTAS cosas habló Jesús, y levantados los ojos al cielo, dijo: Padre,
la hora es llegada; glorifica á tu Hijo, para que también tu Hijo te
glorifique á ti; 17.2 Como
le has dado la potestad de toda carne, para que dé vida eterna á todos
los que le diste. 17.3 Esta
empero es la vida eterna: que te conozcan el solo Dios verdadero, y á
Jesucristo, al cual has enviado. 17.4 Yo te
he glorificado en la tierra: he acabado la obra que me diste que
hiciese. 17.5 Ahora
pues, Padre, glorifícame tú cerca de ti mismo con aquella gloria que
tuve cerca de ti antes que el mundo fuese. 17.6 He
manifestado tu nombre á los hombres que del mundo me diste: tuyos eran,
y me los diste, y guardaron tu palabra. 17.7 Ahora
han conocido que todas las cosas que me diste, son de ti; 17.8
Porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron,
y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me
enviaste. 17.9 Yo
ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste;
porque tuyos son: 17.10 Y
todas mis cosas son tus cosas, y tus cosas son mis cosas: y he sido
glorificado en ellas. 17.11
Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo á ti
vengo. Padre santo, á los que me has dado, guárdalos por tu nombre,
para que sean una cosa, como también nosotros. 17.12
Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; á
los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el
hijo de perdición; para que la Escritura se cumpliese. 17.13 Mas
ahora vengo á ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo
cumplido en sí mismos. 17.14 Yo
les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del
mundo, como tampoco yo soy del mundo. 17.15 No
ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. 17.16 No
son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 17.17
Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad. 17.18 Como
tú me enviaste al mundo, también los he enviado al mundo. 17.19 Y por
ellos yo me santifico á mí mismo, para que también ellos sean
santificados en verdad. 17.20 Mas
no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en
mí por la palabra de ellos. 17.21
Para que todos sean una cosa; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que
también ellos sean en nosotros una cosa: para que el mundo crea que tú
me enviaste. 17.22 Y yo,
la gloria que me diste les he dado; para que sean una cosa, como
también nosotros somos una cosa. 17.23
Yo en ellos, y tú en mí, para que sean consumadamente una cosa; que el
mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado, como también á
mí me has amado. 17.24
Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, ellos estén
también conmigo; para que vean mi gloria que me has dado: por cuanto me
has amado desde antes de la constitución del mundo. 17.25 Padre
justo, el mundo no te ha conocido, mas yo te he conocido; y éstos han
conocido que tú me enviaste; 17.26 Y yo
les he manifestado tu nombre, y manifestaré lo aún; para que el amor
con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos. ▲18.1
COMO Jesús hubo dicho estas cosas, salióse con sus discípulos tras el
arroyo de Cedrón, donde estaba un huerto, en el cual entró Jesús y sus
discípulos. 18.2 Y
también Judas, el que le entregaba, sabía aquel lugar; porque muchas
veces Jesús se juntaba allí con sus discípulos. 18.3
Judas pues tomando una compañía, y ministros de los pontífices y de los
Fariseos, vino allí con linternas y antorchas, y con armas. 18.4 Empero
Jesús, sabiendo todas las cosas que habían de venir sobre él, salió
delante, y díjoles: ¿A quién buscáis? 18.5
Respondiéronle: A Jesús Nazareno. Díceles Jesús; Yo soy (Y estaba
también con ellos Judas, el que le entregaba.) 18.6 Y como
les dijo, Yo soy, volvieron atrás, y cayeron en tierra. 18.7
Volvióles, pues, á preguntar: ¿A quién buscáis? Y ellos dijeron: A
Jesús Nazareno. 18.8
Respondió Jesús: Os he dicho que yo soy: pues si á mi buscáis, dejad ir
á éstos. 18.9 Para
que se cumpliese la palabra que había dicho: De los que me diste,
ninguno de ellos perdí. 18.10
Entonces Simón Pedro, que tenía espada, sacóla, é hirió al siervo del
pontífice, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco. 18.11 Jesús
entonces dijo á Pedro: Mete tu espada en la vaina: el vaso que el Padre
me ha dado, ¿no lo tengo de beber? 18.12
Entonces la compañía y el tribuno, y los ministros de los Judíos,
prendieron á Jesús y le ataron, 18.13 Y
lleváronle primeramente á Anás; porque era suegro de Caifás, el cual
era pontífice de aquel año. 18.14 Y era
Caifás el que había dado el consejo á los Judíos, que era necesario que
un hombre muriese por el pueblo. 18.15
Y seguía á Jesús Simón Pedro, y otro discípulo. Y aquel discípulo era
conocido del pontífice, y entró con Jesús al atrio del pontífice; 18.16
Mas Pedro estaba fuera á la puerta. Y salió aquel discípulo que era
conocido del pontífice, y habló á la portera, y metió dentro á Pedro. 18.17
Entonces la criada portera dijo á Pedro: ¿No eres tú también de los
discípulos de este hombre? Dice él: No soy. 18.18
Y estaban en pie los siervos y los ministros que habían allegado las
ascuas; porque hacía frío, y calentábanse: y estaba también con ellos
Pedro en pie, calentándose. 18.19 Y el
pontífice preguntó á Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina. 18.20
Jesús le respondió: Yo manifiestamente he hablado al mundo: yo siempre
he enseñado en la sinagoga y en el templo, donde se juntan todos los
Judíos, y nada he hablado en oculto. 18.21 ¿Qué
me preguntas á mí? Pregunta á los que han oído, qué les haya yo
hablado: he aquí, ésos saben lo que yo he dicho. 18.22
Y como él hubo dicho esto, uno de los criados que estaba allí, dió una
bofetada á Jesús, diciendo: ¿Así respondes al pontífice? 18.23
Respondióle Jesús: Si he hablado mal, da testimonio del mal: y si bien,
¿por qué me hieres? 18.24 Y
Anás le había enviado atado á Caifás pontífice. 18.25
Estaba pues Pedro en pie calentándose. Y dijéronle: ¿No eres tú de sus
discípulos? El negó, y dijo: No soy. 18.26
Uno de los siervos del pontífice, pariente de aquél á quien Pedro había
cortado la oreja, le dice: ¿No te vi yo en el huerto con él? 18.27 Y
negó Pedro otra vez: y luego el gallo cantó. 18.28
Y llevaron á Jesús de Caifás al pretorio: y era por la mañana: y ellos
no entraron en el pretorio por no ser contaminados, sino que comiesen
la pascua. 18.29
Entonces salió Pilato á ellos fuera, y dijo: ¿Qué acusación traéis
contra este hombre? 18.30
Respondieron y dijéronle: Si éste no fuera malhechor, no te le
habríamos entregado. 18.31
Díceles entonces Pilato: Tomadle vosotros, y juzgadle según vuestra
ley. Y los Judíos le dijeron: A nosotros no es lícito matar á nadie: 18.32 Para
que se cumpliese el dicho de Jesús, que había dicho, dando á entender
de qué muerte había de morir. 18.33 Así
que, Pilato volvió á entrar en el pretorio, y llamó á Jesús, y díjole:
¿Eres tú el Rey de los Judíos? 18.34
Respondióle Jesús: ¿Dices tú esto de ti mismo, ó te lo han dicho otros
de mí? 18.35
Pilato respondió: ¿Soy yo Judío? Tu gente, y los pontífices, te han
entregado á mí: ¿qué has hecho? 18.36
Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo: si de este mundo fuera
mi reino, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado á los
Judíos: ahora, pues, mi reino no es de aquí. 18.37
Díjole entonces Pilato: ¿Luego rey eres tu? Respondió Jesús: Tu dices
que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo,
para dar testimonio á la verdad. Todo aquél que es de la verdad, oye mi
voz. 18.38
Dícele
Pilato: ¿Qué cosa es verdad? Y como hubo dicho esto, salió otra vez á
los Judíos, y díceles: Yo no hallo en él ningún crimen. 18.39
Empero vosotros tenéis costumbre, que os suelte uno en la Pascua:
¿queréis, pues, que os suelte al Rey de los Judíos? 18.40
Entonces todos dieron voces otra vez, diciendo: No á éste, sino á
Barrabás. Y Barrabás era ladrón. ▲19.1 ASI que, entonces tomó
Pilato á Jesús, y le azotó. 19.2 Y los
soldados entretejieron de espinas una corona, y pusiéron la sobre su
cabeza, y le vistieron de una ropa de grana; 19.3 Y
decían: ¡Salve, Rey de los Judíos! y dábanle de bofetadas. 19.4
Entonces Pilato salió otra vez fuera, y díjoles: He aquí, os le traigo
fuera, para que entendáis que ningún crimen hallo en él. 19.5 Y
salió Jesús fuera, llevando la corona de espinas y la ropa de grana. Y
díceles Pilato: He aquí el hombre. 19.6
Y como le vieron los príncipes de los sacerdotes, y los servidores,
dieron voces diciendo: Crucifícale, crucifícale. Díceles Pilato:
Tomadle vosotros, y crucificadle; porque yo no hallo en él crimen. 19.7
Respondiéronle los Judíos: Nosotros tenemos ley, y según nuestra ley
debe morir, porque se hizo Hijo de Dios. 19.8 Y como
Pilato oyó esta palabra, tuvo más miedo. 19.9 Y
entró otra vez en el pretorio, y dijo á Jesús: ¿De dónde eres tú? Mas
Jesús no le dió respuesta. 19.10
Entonces dícele Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿no sabes que tengo
potestad para crucificarte, y que tengo potestad para soltarte? 19.11
Respondió Jesús: Ninguna potestad tendrías contra mí, si no te fuese
dado de arriba: por tanto, el que á ti me ha entregado, mayor pecado
tiene. 19.12 Desde
entonces procuraba Pilato soltarle; mas los Judíos daban voces,
diciendo: Si á éste sueltas, no eres amigo de César: cualquiera que se
hace rey, á César contradice. 19.13
Entonces Pilato, oyendo este dicho, llevó fuera á Jesús, y se sentó en
el tribunal en el lugar que se dice Lithóstrotos, y en hebreo Gabbatha. 19.14 Y era
la víspera de la Pascua, y como la hora de sexta. Entonces dijo á los
Judíos: He aquí vuestro Rey. 19.15
Mas ellos dieron voces: Quita, quita, crucifícale. Díceles Pilato: ¿A
vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los pontífices: No tenemos
rey sino á César. 19.16 Así
que entonces lo entregó á ellos para que fuese crucificado. Y tomaron á
Jesús, y le llevaron. 19.17 Y
llevando su cruz, salió al lugar que se dice de la Calavera, y en
hebreo, Gólgotha; 19.18 Donde
le crucificaron, y con él otros dos, uno á cada lado, y Jesús en medio. 19.19 Y
escribió también Pilato un título, que puso encima de la cruz. Y el
escrito era: JESUS NAZARENO, REY DE LOS JUDIOS. 19.20
Y muchos de los Judíos leyeron este título: porque el lugar donde
estaba crucificado Jesús era cerca de la ciudad: y estaba escrito en
hebreo, en griego, y en latín. 19.21 Y
decían á Pilato los pontífices de los Judíos: No escribas, Rey de los
Judíos: sino, que él dijo: Rey soy de los Judíos. 19.22
Respondió Pilato: Lo que he escrito, he escrito. 19.23
Y como los soldados hubieron crucificado á Jesús, tomaron sus vestidos,
é hicieron cuatro partes (para cada soldado una parte); y la túnica;
mas la túnica era sin costura, toda tejida desde arriba. 19.24
Y dijeron entre ellos: No la partamos, sino echemos suertes sobre ella,
de quién será; para que se cumpliese la Escritura, que dice: Partieron
para sí mis vestidos, Y sobre mi vestidura echaron suertes. Y los
soldados hicieron esto. 19.25 Y
estaban junto á la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre,
María mujer de Cleofas, y María Magdalena. 19.26 Y
como vió Jesús á la madre, y al discípulo que él amaba, que estaba
presente, dice á su madre: Mujer, he ahí tu hijo. 19.27
Después dice al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el
discípulo la recibió consigo. 19.28
Después de esto, sabiendo Jesús que todas las cosas eran ya cumplidas,
para que la Escritura se cumpliese, dijo: Sed tengo. 19.29
Y estaba allí un vaso lleno de vinagre: entonces ellos hinchieron una
esponja de vinagre, y rodeada á un hisopo, se la llegaron á la boca. 19.30 Y
como Jesús tomó el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la
cabeza, dió el espíritu. 19.31
Entonces los Judíos, por cuanto era la víspera de la Pascua, para que
los cuerpos no quedasen en la cruz en el sábado, pues era el gran día
del sábado, rogaron á Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen
quitados. 19.32 Y
vinieron los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo
al otro que había sido crucificado con él. 19.33 Mas
cuando vinieron á Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las
piernas: 19.34
Empero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y luego
salió sangre y agua. 19.35 Y el
que lo vió, da testimonio, y su testimonio es verdadero: y él sabe que
dice verdad, para que vosotros también creáis. 19.36
Porque estas cosas fueron hechas para que se cumpliese la Escritura:
Hueso no quebrantaréis de él. 19.37 Y
también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron. 19.38
Después de estas cosas, José de Arimatea, el cual era discípulo de
Jesús, mas secreto por miedo de los Judíos, rogó á Pilato que pudiera
quitar el cuerpo de Jesús: y permitióselo Pilato. Entonces vino, y
quitó el cuerpo de Jesús. 19.39
Y vino también Nicodemo, el que antes había venido á Jesús de noche,
trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. 19.40
Tomaron pues el cuerpo de Jesús, y envolviéronlo en lienzos con
especias, como es costumbre de los Judíos sepultar. 19.41
Y en aquel lugar donde había sido crucificado, había un huerto; y en el
huerto un sepulcro nuevo, en el cual aun no había sido puesto ninguno. 19.42 Allí,
pues, por causa de la víspera de la Pascua de los Judíos, porque aquel
sepulcro estaba cerca, pusieron á Jesús. ▲20.1
Y EL primer día de la semana, María Magdalena vino de mañana, siendo
aún obscuro, al sepulcro; y vió la piedra quitada del sepulcro. 20.2
Entonces corrió, y vino á Simón Pedro, y al otro discípulo, al cual
amaba Jesús, y les dice: Han llevado al Señor del sepulcro, y no
sabemos dónde le han puesto. 20.3 Y
salió Pedro, y el otro discípulo, y vinieron al sepulcro. 20.4 Y
corrían los dos juntos; mas el otro discípulo corrió más presto que
Pedro, y llegó primero al sepulcro. 20.5 Y
bajándose á mirar, vió los lienzos echados; mas no entró. 20.6 Llegó
luego Simón Pedro siguiéndole, y entró en el sepulcro, y vió los
lienzos echados, 20.7 Y el
sudario, que había estado sobre su cabeza, no puesto con los lienzos,
sino envuelto en un lugar aparte. 20.8 Y
entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al
sepulcro, y vió, y creyó. 20.9 Porque
aun no sabían la Escritura, que era necesario que él resucitase de los
muertos. 20.10 Y
volvieron los discípulos á los suyos. 20.11
Empero María estaba fuera llorando junto al sepulcro: y estando
llorando, bajóse á mirar el sepulcro; 20.12
Y vió dos ángeles en ropas blancas que estaban sentados, el uno á la
cabecera, y el otro á los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido
puesto. 20.13 Y
dijéronle: Mujer, ¿por qué lloras? Díceles: Porque se han llevado á mi
Señor, y no sé dónde le han puesto. 20.14 Y
como hubo dicho esto, volvióse atrás, y vió á Jesús que estaba allí;
mas no sabía que era Jesús. 20.15
Dícele Jesús: Mujer, ¿por qué lloras? ¿á quién buscas? Ella, pensando
que era el hortelano, dícele: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde
lo has puesto, y yo lo llevaré. 20.16
Dícele Jesús: ¡María! Volviéndose ella, dícele: ¡Rabboni! que quiere
decir, Maestro. 20.17
Dícele Jesús: No me toques: porque aun no he subido á mi Padre: mas ve
á mis hermanos, y diles: Subo á mi Padre y á vuestro Padre, á mi Dios y
á vuestro Dios. 20.18 Fué
María Magdalena dando las nuevas á los discípulos de que había visto al
Señor, y que él le había dicho estas cosas. 20.19
Y como fué tarde aquel día, el primero de la semana, y estando las
puertas cerradas donde los discípulos estaban juntos por miedo de los
Judíos, vino Jesús, y púsose en medio, y díjoles: Paz á vosotros. 20.20 Y
como hubo dicho esto, mostróles las manos y el costado. Y los
discípulos se gozaron viendo al Señor. 20.21
Entonces les dijo Jesús otra vez: Paz á vosotros: como me envió el
Padre, así también yo os envío. 20.22 Y
como hubo dicho esto, sopló, y díjoles: Tomad el Espíritu Santo: 20.23 A los
que remitiereis los pecados, les son remitidos: á quienes los
retuviereis, serán retenidos. 20.24
Empero Tomás, uno de los doce, que se dice el Dídimo, no estaba con
ellos cuando Jesús vino. 20.25
Dijéronle pues los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Y él les
dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi
dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no
creeré. 20.26 Y
ocho
días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos
Tomás. Vino Jesús, las puertas cerradas, y púsose en medio, y dijo: Paz
á vosotros. 20.27
Luego dice á Tomás: Mete tu dedo aquí, y ve mis manos: y alarga acá tu
mano, y métela en mi costado: y no seas incrédulo, sino fiel. 20.28
Entonces Tomás respondió, y díjole: ¡Señor mío, y Dios mío! 20.29
Dícele Jesús: Porque me has visto, Tomás, creiste: bienaventurados los
que no vieron y creyeron. 20.30 Y
también hizo Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos,
que no están escritas en este libro. 20.31
Estas empero son escritas, para que creáis que Jesús es el Cristo, el
Hijo de Dios; y para que creyendo, tengáis vida en su nombre. ▲21.1 DESPUÉS se manifestó Jesús
otra vez á sus discípulos en la mar de Tiberias; y manifestóse de esta
manera. 21.2
Estaban juntos Simón Pedro, y Tomás, llamado al Dídimo, y Natanael, el
que era de Caná de Galilea, y los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus
discípulos. 21.3
Díceles Simón: A pescar voy. Dícenle: Vamos nosotros también contigo.
Fueron, y subieron en una barca; y aquella noche no cogieron nada. 21.4 Y
venida la mañana, Jesús se puso á la ribera: mas los discípulos no
entendieron que era Jesús. 21.5 Y
díjoles: Mozos, ¿tenéis algo de comer? Respondiéronle: No. 21.6
Y él les dice: Echad la red á la mano derecha del barco, y hallaréis.
Entonces la echaron, y no la podían en ninguna manera sacar, por la
multitud de los peces. 21.7
Entonces aquel discípulo, al cual amaba Jesús, dijo á Pedro: El Señor
es. Y Simón Pedro, como oyó que era el Señor, ciñóse la ropa, porque
estaba desnudo, y echóse á la mar. 21.8
Y los otros discípulos vinieron con el barco (porque no estaban lejos
de tierra sino como doscientos codos), trayendo la red de peces. 21.9 Y como
descendieron á tierra, vieron ascuas puestas, y un pez encima de ellas,
y pan. 21.10
Díceles Jesús; Traed de los peces que cogisteis ahora. 21.11
Subió Simón Pedro, y trajo la red á tierra, llena de grandes peces,
ciento cincuenta y tres: y siendo tantos, la red no se rompió. 21.12
Díceles Jesús: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos osaba
preguntarle: ¿Tú, quién eres? sabiendo que era el Señor. 21.13 Viene
pues Jesús, y toma el pan, y les da; y asimismo del pez. 21.14 Esta
era ya la tercera vez que Jesús se manifestó á sus discípulos, habiendo
resucitado de los muertos. 21.15
Y cuando hubieron comido, Jesús dijo á Simón Pedro: Simón, hijo de
Jonás, ¿me amas más que estos? Dícele; Sí Señor: tú sabes que te amo.
Dícele: Apacienta mis corderos. 21.16
Vuélvele á decir la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?
Respóndele: Sí, Señor: tú sabes que te amo. Dícele: Apacienta mis
ovejas. 21.17
Dícele
la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Entristecióse Pedro de
que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y dícele: Señor, tú sabes todas
las cosas; tú sabes que te amo. Dícele Jesús: Apacienta mis ovejas. 21.18
De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más mozo, te ceñías, é ibas
donde querías; mas cuando ya fueres viejo, extenderás tus manos, y te
ceñirá otro, y te llevará á donde no quieras. 21.19 Y
esto dijo, dando á entender con qué muerte había de glorificar á Dios.
Y dicho esto, dícele: Sígueme. 21.20
Volviéndose Pedro, ve á aquel discípulo al cual amaba Jesús, que
seguía, el que también se había recostado á su pecho en la cena, y le
había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar? 21.21 Así
que Pedro vió á éste, dice á Jesús: Señor, ¿y éste, qué? 21.22
Dícele Jesús: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué á tí?
Sígueme tú. 21.23
Salió entonces este dicho entre los hermanos, que aquel discípulo no
había de morir. Mas Jesús no le dijo, No morirá; sino: Si quiero que él
quede hasta que yo venga ¿qué á ti? 21.24 Este
es aquel discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas
cosas: y sabemos que su testimonio es verdadero. 21.25
Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, que si se escribiesen
cada una por sí, ni aun en el mundo pienso que cabrían los libros que
se habrían de escribir. Amén.