▲1.1 PRINCIPIO del evangelio de
Jesucristo, Hijo de Dios. 1.2
Como está escrito en Isaías el profeta: He aquí yo envío á mi mensajero
delante de tu faz, Que apareje tu camino delante de ti. 1.3 Voz del
que clama en el desierto: Aparejad el camino del Señor; Enderezad sus
veredas. 1.4
Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo del
arrepentimiento para remisión de pecados. 1.5
Y salía á él toda la provincia de Judea, y los de Jerusalem; y eran
todos, bautizados por él en el río de Jordán, confesando sus pecados. 1.6
Y Juan andaba vestido de pelos de camello, y con un cinto de cuero
alrededor de sus lomos; y comía langostas y miel silvestre. 1.7
Y predicaba, diciendo: Viene tras mí el que es más poderoso que yo, al
cual no soy digno de desatar encorvado la correa de sus zapatos. 1.8 Yo á la
verdad os he bautizado con agua; mas él os bautizará con Espíritu Santo. 1.9 Y
aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fué
bautizado por Juan en el Jordán. 1.10 Y
luego, subiendo del agua, vió abrirse los cielos, y al Espíritu como
paloma, que descendía sobre él. 1.11 Y hubo
una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tomo
contentamiento. 1.12 Y
luego el Espíritu le impele al desierto. 1.13 Y
estuvo allí en el desierto cuarenta días, y era tentado de Satanás; y
estaba con las fieras; y los ángeles le servían. 1.14 Mas
después que Juan fué encarcelado, Jesús vino á Galilea predicando el
evangelio del reino de Dios, 1.15 Y
diciendo: El tiempo es cumplido, y el reino de Dios está cerca:
arrepentíos, y creed al evangelio. 1.16
Y pasando junto á la mar de Galilea, vió á Simón, y á Andrés su
hermano, que echaban la red en la mar; porque eran pescadores. 1.17 Y les
dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres. 1.18 Y
luego, dejadas sus redes, le siguieron. 1.19
Y pasando de allí un poco más adelante, vió á Jacobo, hijo de Zebedeo,
y á Juan su hermano, también ellos en el navío, que aderezaban las
redes. 1.20 Y
luego los llamó: y dejando á su padre Zebedeo en el barco con los
jornaleros, fueron en pos de él. 1.21 Y
entraron en Capernaum; y luego los sábados, entrando en la sinagoga,
enseñaba. 1.22 Y se
admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene
potestad, y no como los escribas. 1.23 Y
había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, el cual
dió voces, 1.24
Diciendo: ¡Ah! ¿qué tienes con nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido á
destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios. 1.25 Y
Jesús le riñó, diciendo: Enmudece, y sal de él. 1.26 Y el
espíritu inmundo, haciéndole pedazos, y clamando á gran voz, salió de
él. 1.27
Y todos se maravillaron, de tal manera que inquirían entre sí,
diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta, que con potestad
aun á los espíritus inmundos manda, y le obedecen? 1.28 Y vino
luego su fama por toda la provincia alrededor de Galilea. 1.29 Y
luego saliendo de la sinagoga, vinieron á casa de Simón y de Andrés,
con Jacobo y Juan. 1.30 Y la
suegra de Simón estaba acostada con calentura; y le hablaron luego de
ella. 1.31
Entonces llegando él, la tomó de su mano y la levantó; y luego la dejó
la calentura, y les servía. 1.32 Y
cuando fué la tarde, luego que el sol se puso, traían á él todos los
que tenían mal, y endemoniados; 1.33 Y toda
la ciudad se juntó á la puerta. 1.34
Y sanó á muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó
fuera muchos demonios; y no dejaba decir á los demonios que le conocían. 1.35 Y
levantándose muy de mañana, aun muy de noche, salió y se fué á un lugar
desierto, y allí oraba. 1.36 Y le
siguió Simón, y los que estaban con él; 1.37 Y
hallándole, le dicen: Todos te buscan. 1.38 Y les
dice: Vamos á los lugares vecinos, para que predique también allí;
porque para esto he venido. 1.39 Y
predicaba en las sinagogas de ellos en toda Galilea, y echaba fuera los
demonios. 1.40 Y un
leproso vino á él, rogándole; é hincada la rodilla, le dice: Si
quieres, puedes limpiarme. 1.41 Y
Jesús, teniendo misericordia de él, extendió su mano, y le tocó, y le
dice: Quiero, sé limpio. 1.42 Y así
que hubo él hablado, la lepra se fué luego de aquél, y fué limpio. 1.43
Entonces le apercibió, y despidióle luego, 1.44
Y le dice: Mira, no digas á nadie nada; sino ve, muéstrate al
sacerdote, y ofrece por tu limpieza lo que Moisés mandó, para
testimonio á ellos. 1.45
Mas él salido, comenzó á publicarlo mucho, y á divulgar el hecho, de
manera que ya Jesús no podía entrar manifiestamente en la ciudad, sino
que estaba fuera en los lugares desiertos; y venían á él de todas
partes. ▲2.1 Y ENTRO otra vez en
Capernaum después de algunos días, y se oyó que estaba en casa. 2.2 Y luego
se juntaron á él muchos, que ya no cabían ni aun á la puerta; y les
predicaba la palabra. 2.3
Entonces vinieron á él unos trayendo un paralítico, que era traído por
cuatro. 2.4
Y como no podían llegar á él á causa del gentío, descubrieron el techo
de donde estaba, y haciendo abertura, bajaron el lecho en que yacía el
paralítico. 2.5 Y
viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: Hijo, tus pecados te
son perdonados. 2.6 Y
estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensando en
sus corazones, 2.7 Decían:
¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar
pecados, sino solo Dios? 2.8
Y conociendo luego Jesús en su espíritu que pensaban así dentro de sí
mismos, les dijo: ¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones? 2.9 ¿Qué es
más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, ó
decirle: Levántate, y toma tu lecho y anda? 2.10 Pues
para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de
perdonar los pecados, (dice al paralítico): 2.11 A ti
te digo: Levántate, y toma tu lecho, y vete á tu casa. 2.12
Entonces él se levantó luego, y tomando su lecho, se salió delante de
todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron á Dios,
diciendo: Nunca tal hemos visto. 2.13 Y
volvió á salir á la mar, y toda la gente venía á él, y los enseñaba. 2.14
Y pasando, vió á Leví, hijo de Alfeo, sentado al banco de los públicos
tributos, y le dice: Sígueme. Y levantándose le siguió. 2.15
Y aconteció que estando Jesús á la mesa en casa de él, muchos
publicanos y pecadores estaban también á la mesa juntamente con Jesús y
con sus discípulos: porque había muchos, y le habían seguido. 2.16
Y los escribas y los Fariseos, viéndole comer con los publicanos y con
los pecadores, dijeron á sus discípulos: ¿Qué es esto, que él come y
bebe con los publicanos y con los pecadores? 2.17
Y oyéndolo Jesús, les dice: Los sanos no tienen necesidad de médico,
mas los que tienen mal. No he venido á llamar á los justos, sino á los
pecadores. 2.18 Y los
discípulos de Juan, y de los Fariseos ayunaban; y vienen, y le dicen:
¿Por qué los discípulos de Juan y los de los Fariseos ayunan, y tus
discípulos no ayunan? 2.19
Y Jesús les dice: ¿Pueden ayunar los que están de bodas, cuando el
esposo está con ellos? Entre tanto que tienen consigo al esposo no
pueden ayunar. 2.20 Mas
vendrán días, cuando el esposo les será quitado, y entonces en aquellos
días ayunarán. 2.21
Nadie echa remiendo de paño recio en vestido viejo; de otra manera el
mismo remiendo nuevo tira del viejo, y la rotura se hace peor. 2.22
Ni nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo
rompe los odres, y se derrama el vino, y los odres se pierden; mas el
vino nuevo en odres nuevos se ha de echar. 2.23 Y
aconteció que pasando él por los sembrados en sábado, sus discípulos
andando comenzaron á arrancar espigas. 2.24
Entonces los Fariseos le dijeron: He aquí, ¿por qué hacen en sábado lo
que no es lícito? 2.25 Y él
les dijo: ¿Nunca leísteis qué hizo David cuando tuvo necesidad, y tuvo
hambre, él y los que con él estaban: 2.26
Cómo entró en la casa de Dios, siendo Abiathar sumo pontífice, y comió
los panes de la proposición, de los cuales no es lícito comer sino á
los sacerdotes, y aun dió á los que con él estaban? 2.27
También les dijo: El sábado por causa del hombre es hecho; no el hombre
por causa del sábado. 2.28 Así
que el Hijo del hombre es Señor aun del sábado. ▲3.1 Y OTRA vez entró en la
sinagoga; y había allí un hombre que tenía una mano seca. 3.2 Y le
acechaban si en sábado le sanaría, para acusarle. 3.3
Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate en medio. 3.4 Y les
dice: ¿Es lícito hacer bien en sábado, ó hacer mal? ¿salvar la vida, ó
quitarla? Mas ellos callaban. 3.5
Y mirándolos alrededor con enojo, condoleciéndose de la ceguedad de su
corazón, dice al hombre: Extiende tu mano. Y la extendió, y su mano fué
restituída sana. 3.6
Entonces saliendo los Fariseos, tomaron consejo con los Herodianos
contra él, para matarle. 3.7 Mas
Jesús se apartó á la mar con sus discípulos: y le siguió gran multitud
de Galilea, y de Judea. 3.8
Y de Jerusalem, y de Idumea, y de la otra parte del Jordán. Y los de
alrededor de Tiro y de Sidón, grande multitud, oyendo cuán grandes
cosas hacía, vinieron á él. 3.9 Y dijo
á sus discípulos que le estuviese siempre apercibida la barquilla, por
causa del gentío, para que no le oprimiesen. 3.10 Porque
había sanado á muchos; de manera que caían sobre él cuantos tenían
plagas, por tocarle. 3.11 Y los
espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de él, y daban
voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. 3.12 Mas él
les reñía mucho que no le manifestasen. 3.13 Y
subió al monte, y llamó á sí á los que él quiso; y vinieron á él. 3.14 Y
estableció doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos á
predicar. 3.15 Y que
tuviesen potestad de sanar enfermedades, y de echar fuera demonios: 3.16 A
Simón, al cual puso por nombre Pedro; 3.17 Y á
Jacobo, hijo de Zebedeo, y á Juan hermano de Jacobo; y les apellidó
Boanerges, que es, Hijos del trueno; 3.18 Y á
Andrés, y á Felipe, y á Bartolomé, y á Mateo, y á Tomas, y á Jacobo
hijo de Alfeo, y á Tadeo, y á Simón el Cananita, 3.19 Y á
Judas Iscariote, el que le entregó. Y vinieron á casa. 3.20 Y
agolpóse de nuevo la gente, de modo que ellos ni aun podían comer pan. 3.21 Y como
lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle: porque decían: Está fuera
de sí. 3.22
Y los escribas que habían venido de Jerusalem, decían que tenía á
Beelzebub, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los
demonios. 3.23 Y
habiéndolos llamado, les decía en parábolas: ¿Cómo puede Satanás echar
fuera á Satanás? 3.24 Y si
algún reino contra sí mismo fuere dividido, no puede permanecer el tal
reino. 3.25 Y si
alguna casa fuere dividida contra sí misma, no puede permanecer la tal
casa. 3.26 Y si
Satanás se levantare contra sí mismo, y fuere dividido, no puede
permanecer; antes tiene fin. 3.27 Nadie
puede saquear las alhajas del valiente entrando en su casa, si antes no
atare al valiente y entonces saqueará su casa. 3.28
De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados á los hijos de
los hombres, y las blasfemias cualesquiera con que blasfemaren; 3.29 Mas
cualquiera que blasfemare contra el Espíritu Santo, no tiene jamás
perdón, mas está expuesto á eterno juicio. 3.30 Porque
decían: Tiene espíritu inmundo. 3.31 Vienen
después sus hermanos y su madre, y estando fuera, enviaron á él
llamándole. 3.32 Y la
gente estaba sentada alrededor de él, y le dijeron: He aquí, tu madre y
tus hermanos te buscan fuera. 3.33 Y él
les respondió, diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos? 3.34 Y
mirando á los que estaban sentados alrededor de él, dijo: He aquí mi
madre y hermanos. 3.35 Porque
cualquiera que hiciere la voluntad de Dios, éste es mi hermano, y mi
hermana, y mi madre. ▲4.1
Y OTRA vez comenzó á enseñar junto á la mar, y se juntó á él mucha
gente; tanto, que entrándose él en un barco, se sentó en la mar: y toda
la gente estaba en tierra junto á la mar. 4.2 Y les
enseñaba por parábolas muchas cosas, y les decía en su doctrina: 4.3 Oid: He
aquí, el sembrador salió á sembrar. 4.4 Y
aconteció sembrando, que una parte cayó junto al camino; y vinieron las
aves del cielo, y la tragaron. 4.5 Y otra
parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y luego salió,
porque no tenía la tierra profunda: 4.6 Mas
salido el sol, se quemó; y por cuanto no tenía raíz, se secó. 4.7 Y otra
parte cayó en espinas; y subieron las espinas, y la ahogaron, y no dió
fruto. 4.8
Y otra parte cayó en buena tierra, y dió fruto, que subió y creció: y
llevó uno á treinta, y otro á sesenta, y otro á ciento. 4.9
Entonces les dijo: El que tiene oídos para oir, oiga. 4.10 Y
cuando estuvo solo, le preguntaron los que estaban cerca de él con los
doce, sobre la parábola. 4.11 Y les
dijo: A vosotros es dado saber el misterio del reino de Dios; mas á los
que están fuera, por parábolas todas las cosas; 4.12
Para que viendo, vean y no echen de ver; y oyendo, oigan y no
entiendan: porque no se conviertan, y les sean perdonados los pecados. 4.13 Y les
dijo: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las
parábolas? 4.14 El que
siembra es el que siembra la palabra. 4.15
Y éstos son los de junto al camino: en los que la palabra es sembrada:
mas después que la oyeron, luego viene Satanás, y quita la palabra que
fué sembrada en sus corazones. 4.16 Y
asimismo éstos son los que son sembrados en pedregales: los que cuando
han oído la palabra, luego la toman con gozo; 4.17
Mas no tienen raíz en sí, antes son temporales, que en levantándose la
tribulación ó la persecución por causa de la palabra, luego se
escandalizan. 4.18 Y
éstos son los que son sembrados entre espinas: los que oyen la palabra; 4.19
Mas los cuidados de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las
codicias que hay en las otras cosas, entrando, ahogan la palabra, y se
hace infructuosa. 4.20
Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la
palabra, y la reciben, y hacen fruto, uno á treinta, otro á sesenta, y
otro á ciento. 4.21
También les dijo: ¿Tráese la antorcha para ser puesta debajo del almud,
ó debajo de la cama? ¿No es para ser puesta en el candelero? 4.22 Porque
no hay nada oculto que no haya de ser manifestado, ni secreto que no
haya de descubrirse. 4.23 Si
alguno tiene oídos para oir, oiga. 4.24 Les
dijo también: Mirad lo que oís: con la medida que medís, os medirán
otros, y será añadido á vosotros los que oís. 4.25 Porque
al que tiene, le será dado; y al que no tiene, aun lo que tiene le será
quitado. 4.26 Decía
más: Así es el reino de Dios, como si un hombre echa simiente en la
tierra; 4.27 Y
duerme, y se levanta de noche y de día, y la simiente brota y crece
como él no sabe. 4.28 Porque
de suyo fructifica la tierra, primero hierba, luego espiga, después
grano lleno en la espiga; 4.29 Y
cuando el fruto fuere producido, luego se mete la hoz, porque la siega
es llegada. 4.30 Y
decía: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios? ¿ó con qué parábola
le compararemos? 4.31 Es
como el grano de mostaza, que, cuando se siembra en tierra, es la más
pequeña de todas las simientes que hay en la tierra; 4.32
Mas después de sembrado, sube, y se hace la mayor de todas las
legumbres, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo
puedan morar bajo su sombra. 4.33 Y con
muchas tales parábolas les hablaba la palabra, conforme á lo que podían
oir. 4.34 Y sin
parábola no les hablaba; mas á sus discípulos en particular declaraba
todo. 4.35 Y les
dijo aquel día cuando fué tarde: Pasemos de la otra parte. 4.36 Y
despachando la multitud, le tomaron como estaba, en el barco; y había
también con él otros barquitos. 4.37 Y se
levantó una grande tempestad de viento, y echaba las olas en el barco,
de tal manera que ya se henchía. 4.38 Y él
estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, y le despertaron, y le
dicen: ¿Maestro, no tienes cuidado que perecemos? 4.39 Y
levantándose, increpó al viento, y dijo á la mar: Calla, enmudece. Y
cesó el viento, y fué hecha grande bonanza. 4.40 Y á
ellos dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? 4.41 Y
temieron con gran temor, y decían el uno al otro. ¿Quién es éste, que
aun el viento y la mar le obedecen? ▲5.1 Y VINIERON de la otra parte
de la mar á la provincia de los Gadarenos. 5.2 Y
salido él del barco, luego le salió al encuentro, de los sepulcros, un
hombre con un espíritu inmundo, 5.3 Que
tenía domicilio en los sepulcros, y ni aun con cadenas le podía alguien
atar; 5.4
Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las
cadenas habían sido hechas pedazos por él, y los grillos desmenuzados;
y nadie le podía domar. 5.5 Y
siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los
sepulcros, é hiriéndose con las piedras. 5.6 Y como
vió á Jesús de lejos, corrió, y le adoró. 5.7 Y
clamando á gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios
Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes. 5.8 Porque
le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo. 5.9 Y le
preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo;
porque somos muchos. 5.10 Y le
rogaba mucho que no le enviase fuera de aquella provincia. 5.11 Y
estaba allí cerca del monte una grande manada de puercos paciendo. 5.12 Y le
rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos á los puercos para que
entremos en ellos. 5.13
Y luego Jesús se lo permitió. Y saliendo aquellos espíritus inmundos,
entraron en los puercos, y la manada cayó por un despeñadero en la mar;
los cuales eran como dos mil; y en la mar se ahogaron. 5.14
Y los que apacentaban los puercos huyeron, y dieron aviso en la ciudad
y en los campos. Y salieron para ver qué era aquello que había
acontecido. 5.15 Y
vienen á Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, y que
había tenido la legión, sentado y vestido, y en su juicio cabal; y
tuvieron miedo. 5.16 Y les
contaron los que lo habían visto, cómo había acontecido al que había
tenido el demonio, y lo de los puercos. 5.17 Y
comenzaron á rogarle que se fuese de los términos de ellos. 5.18 Y
entrando él en el barco, le rogaba el que había sido fatigado del
demonio, para estar con él. 5.19
Mas Jesús no le permitió, sino le dijo: Vete á tu casa, á los tuyos, y
cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha
tenido misericordia de ti. 5.20 Y se
fué, y comenzó á publicar en Decápolis cuan grandes cosas Jesús había
hecho con él: y todos se maravillaban. 5.21 Y
pasando otra vez Jesús en un barco á la otra parte, se juntó á él gran
compañía; y estaba junto á la mar. 5.22 Y vino
uno de los príncipes de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vió,
se postró á sus pies, 5.23 Y le
rogaba mucho, diciendo: Mi hija está á la muerte: ven y pondrás las
manos sobre ella para que sea salva, y vivirá. 5.24 Y fué
con él, y le seguía gran compañía, y le apretaban. 5.25 Y una
mujer que estaba con flujo de sangre doce años hacía, 5.26 Y
había sufrido mucho de muchos médicos, y había gastado todo lo que
tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, 5.27 Como
oyó hablar de Jesús, llegó por detrás entre la compañía, y tocó su
vestido. 5.28 Porque
decía: Si tocare tan solamente su vestido, seré salva. 5.29 Y
luego la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba
sana de aquel azote. 5.30
Y luego Jesús, conociendo en sí mismo la virtud que había salido de él,
volviéndose á la compañía, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? 5.31 Y le
dijeron sus discípulos: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién
me ha tocado? 5.32 Y él
miraba alrededor para ver á la que había hecho esto. 5.33
Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en sí había
sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. 5.34 Y él
le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva: ve en paz, y queda sana de tu
azote. 5.35
Hablando aún él, vinieron de casa del príncipe de la sinagoga,
diciendo: Tu hija es muerta; ¿para qué fatigas más al Maestro? 5.36 Mas
luego Jesús, oyendo esta razón que se decía, dijo al príncipe de la
sinagoga: No temas, cree solamente. 5.37 Y no
permitió que alguno viniese tras él sino Pedro, y Jacobo, y Juan
hermano de Jacobo. 5.38 Y vino
á casa del príncipe de la sinagoga, y vió el alboroto, los que lloraban
y gemían mucho. 5.39 Y
entrando, les dice: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La muchacha no es
muerta, mas duerme. 5.40
Y hacían burla de él: mas él, echados fuera todos, toma al padre y á la
madre de la muchacha, y á los que estaban con él, y entra donde la
muchacha estaba. 5.41 Y
tomando la mano de la muchacha, le dice: Talitha cumi; que es, si lo
interpretares: Muchacha, á ti digo, levántate. 5.42 Y
luego la muchacha se levantó, y andaba; porque tenía doce años. Y se
espantaron de grande espanto. 5.43 Mas él
les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que le diesen de comer. ▲6.1 Y SALIO de allí, y vino á
su tierra, y le siguieron sus discípulos. 6.2
Y llegado el sábado, comenzó á enseñar en la sinagoga; y muchos
oyéndole, estaban atónitos, diciendo: ¿De dónde tiene éste estas cosas?
¿Y qué sabiduría es ésta que le es dada, y tales maravillas que por sus
manos son hechas? 6.3
¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, y de José,
y de Judas, y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros, sus
hermanas? Y se escandalizaban en él. 6.4 Mas
Jesús les decía: No hay profeta deshonrado sino en su tierra, y entre
sus parientes, y en su casa. 6.5 Y no
pudo hacer allí alguna maravilla; solamente sanó unos pocos enfermos,
poniendo sobre ellos las manos. 6.6 Y
estaba maravillado de la incredulidad de ellos. Y rodeaba las aldeas de
alrededor, enseñando. 6.7 Y llamó
á los doce, y comenzó á enviarlos de dos en dos: y les dió potestad
sobre los espíritus inmundos. 6.8 Y les
mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente báculo; no
alforja, ni pan, ni dinero en la bolsa; 6.9 Mas que
calzasen sandalias, y no vistiesen dos túnicas. 6.10 Y les
decía: Donde quiera que entréis en una casa, posad en ella hasta que
salgáis de allí. 6.11
Y todos aquellos que no os recibieren ni os oyeren, saliendo de allí,
sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, en testimonio á
ellos. De cierto os digo que más tolerable será el castigo de los de
Sodoma y Gomorra el día del juicio, que el de aquella ciudad. 6.12 Y
saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen. 6.13 Y
echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite á muchos enfermos, y
sanaban. 6.14
Y oyó el rey Herodes la fama de Jesús, porque su nombre se había hecho
notorio; y dijo: Juan el que bautizaba, ha resucitado de los muertos, y
por tanto, virtudes obran en él. 6.15 Otros
decían: Elías es. Y otros decían: Profeta es, ó alguno de los profetas. 6.16 Y
oyéndo lo Herodes, dijo: Este es Juan el que yo degollé: él ha
resucitado de los muertos. 6.17
Porque el mismo Herodes había enviado, y prendido á Juan, y le había
aprisionado en la cárcel á causa de Herodías, mujer de Felipe su
hermano; pues la había tomado por mujer. 6.18 Porque
Juan decía á Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano. 6.19 Mas
Herodías le acechaba, y deseaba matarle, y no podía: 6.20
Porque Herodes temía á Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le
tenía respeto: y oyéndole, hacía muchas cosas; y le oía de buena gana. 6.21
Y venido un día oportuno, en que Herodes, en la fiesta de su
nacimiento, daba una cena á sus príncipes y tribunos, y á los
principales de Galilea; 6.22
Y entrando la hija de Herodías, y danzando, y agradando á Herodes y á
los que estaban con él á la mesa, el rey dijo á la muchacha: Pídeme lo
que quisieres, que yo te lo daré. 6.23 Y le
juró: Todo lo que me pidieres te daré, hasta la mitad de mi reino. 6.24 Y
saliendo ella, dijo á su madre: ¿Qué pediré? Y ella dijo: La cabeza de
Juan Bautista. 6.25
Entonces ella entró prestamente al rey, y pidió, diciendo: Quiero que
ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan Bautista. 6.26 Y el
rey se entristeció mucho; mas á causa del juramento, y de los que
estaban con él á la mesa, no quiso desecharla. 6.27 Y
luego el rey, enviando uno de la guardia, mandó que fuese traída su
cabeza; 6.28
El cual fué, y le degolló en la cárcel, y trajó su cabeza en un plato,
y la dió á la muchacha, y la muchacha la dió á su madre. 6.29 Y
oyéndo lo sus discípulos, vinieron y tomaron su cuerpo, y le pusieron
en un sepulcro. 6.30 Y los
apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían
hecho, y lo que habían enseñado. 6.31
Y él les dijo: Venid vosotros aparte al lugar desierto, y reposad un
poco. Porque eran muchos los que iban y venían, que ni aun tenían lugar
de comer. 6.32 Y se
fueron en un barco al lugar desierto aparte. 6.33
Y los vieron ir muchos, y le conocieron; y concurrieron allá muchos á
pie de las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron á él. 6.34
Y saliendo Jesús vió grande multitud, y tuvo compasión de ellos, porque
eran como ovejas que no tenían pastor; y les comenzó á enseñar muchas
cosas. 6.35 Y como
ya fuese el día muy entrado, sus discípulos llegaron á él, diciendo: El
lugar es desierto, y el día ya muy entrado; 6.36
Envíalos para que vayan á los cortijos y aldeas de alrededor, y compren
para sí pan; porque no tienen qué comer. 6.37
Y respondiendo él, les dijo: Dadles de comer vosotros. Y le dijeron:
¿Que vayamos y compremos pan por doscientos denarios, y les demos de
comer? 6.38 Y él
les dice: ¿Cuántos panes tenéis? Id, y vedlo. Y sabiéndolo, dijeron:
Cinco, y dos peces. 6.39 Y les
mandó que hiciesen recostar á todos por partidas sobre la hierba verde. 6.40 Y se
recostaron por partidas, de ciento en ciento, y de cincuenta en
cincuenta. 6.41
Y tomados los cinco panes y los dos peces, mirando al cielo, bendijo, y
partió los panes, y dió á sus discípulos para que los pusiesen delante:
y repartió á todos los dos peces. 6.42 Y
comieron todos, y se hartaron. 6.43 Y
alzaron de los pedazos doce cofines llenos, y de los peces. 6.44 Y los
que comieron eran cinco mil hombres. 6.45
Y luego dió priesa á sus discípulos á subir en el barco, é ir delante
de él á Bethsaida de la otra parte, entre tanto que él despedía la
multitud. 6.46 Y
después que los hubo despedido, se fué al monte á orar. 6.47 Y como
fué la tarde, el barco estaba en medio de la mar, y él solo en tierra. 6.48
Y los vió fatigados bogando, porque el viento les era contrario: y
cerca de la cuarta vigilia de la noche, vino á ellos andando sobre la
mar, y quería precederlos. 6.49 Y
viéndole ellos, que andaba sobre la mar, pensaron que era fantasma, y
dieron voces; 6.50 Porque
todos le veían, y se turbaron. Mas luego habló con ellos, y les dijo:
Alentaos; yo soy, no temáis. 6.51 Y
subió á ellos en el barco, y calmó el viento: y ellos en gran manera
estaban fuera de sí, y se maravillaban: 6.52 Porque
aun no habían considerado lo de los panes, por cuanto estaban ofuscados
sus corazones. 6.53 Y
cuando estuvieron de la otra parte, vinieron á tierra de Genezaret, y
tomaron puerto. 6.54 Y
saliendo ellos del barco, luego le conocieron. 6.55 Y
recorriendo toda la tierra de alrededor, comenzaron á traer de todas
partes enfermos en lechos, á donde oían que estaba. 6.56
Y donde quiera que entraba, en aldeas, ó ciudades, ó heredades, ponían
en las calles á los que estaban enfermos, y le rogaban que tocasen
siquiera el borde de su vestido; y todos los que le tocaban quedaban
sanos. ▲7.1 Y SE juntaron á él los
Fariseos, y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalem; 7.2 Los
cuales, viendo á algunos de sus discípulos comer pan con manos comunes,
es á saber, no lavadas, los condenaban. 7.3
(Porque los Fariseos y todos los Judíos, teniendo la tradición de los
ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen. 7.4
Y volviendo de la plaza, si no se lavaren, no comen. Y otras muchas
cosas hay, que tomaron para guardar, como las lavaduras de los vasos de
beber, y de los jarros, y de los vasos de metal, y de los lechos.) 7.5
Y le preguntaron los Fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos
no andan conforme á la tradición de los ancianos, sino que comen pan
con manos comunes? 7.6
Y respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros
Isaías, como está escrito: Este pueblo con los labios me honra, Mas su
corazón lejos está de mí. 7.7 Y en
vano me honra, Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. 7.8
Porque dejando el mandamiento de Dios, tenéis la tradición de los
hombres; las lavaduras de los jarros y de los vasos de beber: y hacéis
otras muchas cosas semejantes. 7.9 Les
decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar
vuestra tradición. 7.10 Porque
Moisés dijo: Honra á tu padre y á tu madre, y: El que maldijera al
padre ó á la madre, morirá de muerte. 7.11
Y vosotros decís: Basta si dijere un hombre al padre ó á la madre: Es
Corbán (quiere decir, don mío á Dios) todo aquello con que pudiera
valerte; 7.12 Y no
le dejáis hacer más por su padre ó por su madre, 7.13
Invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que disteis: y
muchas cosas hacéis semejantes á éstas. 7.14 Y
llamando á toda la multitud, les dijo: Oidme todos, y entended: 7.15
Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar: mas
lo que sale de él, aquello es lo que contamina al hombre. 7.16 Si
alguno tiene oídos para oir, oiga. 7.17 Y
apartado de la multitud, habiendo entrado en casa, le preguntaron sus
discípulos sobra la parábola. 7.18
Y díjoles: ¿También vosotros estáis así sin entendimiento? ¿No
entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede
contaminar; 7.19 Porque
no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale á la secreta? Esto
decía, haciendo limpias todas las viandas. 7.20 Mas
decía, que lo que del hombre sale, aquello contamina al hombre. 7.21
Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos
pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, 7.22
Los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, las desvergüenzas,
el ojo maligno, las injurias, la soberbia, la insensatez. 7.23 Todas
estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre. 7.24
Y levantándose de allí, se fué á los términos de Tiro y de Sidón; y
entrando en casa, quiso que nadie lo supiese; mas no pudo esconderse. 7.25 Porque
una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él,
vino y se echó á sus pies. 7.26 Y la
mujer era Griega, Sirofenisa de nación; y le rogaba que echase fuera de
su hija al demonio. 7.27 Más
Jesús le dijo: Deja primero hartarse los hijos, porque no es bien tomar
el pan de los hijos y echarlo á los perrillos. 7.28 Y
respondió ella, y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos debajo de
la mesa, comen de las migajas de los hijos. 7.29
Entonces le dice: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija. 7.30 Y como
fué á su casa, halló que el demonio había salido, y á la hija echada
sobre la cama. 7.31 Y
volviendo á salir de los términos de Tiro, vino por Sidón á la mar de
Galilea, por mitad de los términos de Decápolis. 7.32 Y le
traen un sordo y tartamudo, y le ruegan que le ponga la mano encima. 7.33 Y
tomándole aparte de la gente, metió sus dedos en las orejas de él, y
escupiendo, tocó su lengua; 7.34 Y
mirando al cielo, gimió, y le dijo: Ephphatha: que es decir: Sé abierto. 7.35 Y
luego fueron abiertos sus oídos, y fué desatada la ligadura de su
lengua, y hablaba bien. 7.36 Y les
mandó que no lo dijesen á nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más
y más lo divulgaban. 7.37 Y en
gran manera se maravillaban, diciendo: Bien lo ha hecho todo: hace á
los sordos oir, y á los mudos hablar. ▲8.1 EN aquellos días, como hubo
gran gentío, y no tenían qué comer, Jesús llamó á sus discípulos, y les
dijo: 8.2 Tengo
compasión de la multitud, porque ya hace tres días que están conmigo, y
no tienen qué comer: 8.3 Y si
los enviare en ayunas á sus casas, desmayarán en el camino; porque
algunos de ellos han venido de lejos. 8.4 Y sus
discípulos le respondieron: ¿De dónde podrá alguien hartar á estos de
pan aquí en el desierto? 8.5 Y les
pregunto: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete. 8.6
Entonces mandó á la multitud que se recostase en tierra; y tomando los
siete panes, habiendo dado gracias, partió, y dió á sus discípulos que
los pusiesen delante: y los pusieron delante á la multitud. 8.7 Tenían
también unos pocos pececillos: y los bendijo, y mandó que también los
pusiesen delante. 8.8 Y
comieron, y se hartaron: y levantaron de los pedazos que habían
sobrado, siete espuertas. 8.9 Y eran
los que comieron, como cuatro mil: y los despidió. 8.10 Y
luego entrando en el barco con sus discípulos, vino á las partes de
Dalmanutha. 8.11 Y
vinieron los Fariseos, y comenzaron á altercar con él, pidiéndole señal
del cielo, tentándole. 8.12
Y gimiendo en su espíritu, dice: ¿Por qué pide señal esta generación?
De cierto os digo que no se dará señal á esta generación. 8.13 Y
dejándolos, volvió á entrar en el barco, y se fué de la otra parte. 8.14 Y se
habían olvidado de tomar pan, y no tenían sino un pan consigo en el
barco. 8.15 Y les
mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los Fariseos, y de
la levadura de Herodes. 8.16 Y
altercaban los unos con los otros diciendo: Pan no tenemos. 8.17
Y como Jesús lo entendió, les dice: ¿Qué altercáis, porque no tenéis
pan? ¿no consideráis ni entendéis? ¿aun tenéis endurecido vuestro
corazón? 8.18
¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿y no os acordáis? 8.19 Cuando
partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas espuertas llenas de los
pedazos alzasteis? Y ellos dijeron: Doce. 8.20 Y
cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas espuertas llenas de
los pedazos alzasteis? Y ellos dijeron: Siete. 8.21 Y les
dijo: ¿Cómo aún no entendéis? 8.22 Y vino
á Bethsaida; y le traen un ciego, y le ruegan que le tocase. 8.23
Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y
escupiendo en sus ojos, y poniéndole las manos encima, le preguntó si
veía algo. 8.24 Y él
mirando, dijo: Veo los hombres, pues veo que andan como árboles. 8.25
Luego le puso otra vez las manos sobre sus ojos, y le hizo que mirase;
y fué restablecido, y vió de lejos y claramente á todos. 8.26 Y
envióle á su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas á nadie
en la aldea. 8.27
Y salió Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y
en el camino preguntó á sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los
hombres que soy yo? 8.28 Y
ellos respondieron: Juan Bautista; y otros, Elías; y otros, Alguno de
los profetas. 8.29
Entonces él les dice: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Y
respondiendo Pedro, le dice: Tú eres el Cristo. 8.30 Y les
apercibió que no hablasen de él á ninguno. 8.31
Y comenzó á enseñarles, que convenía que el Hijo del hombre padeciese
mucho, y ser reprobado de los ancianos, y de los príncipes de los
sacerdotes, y de los escribas, y ser muerto, y resucitar después de
tres días. 8.32 Y
claramente decía esta palabra. Entonces Pedro le tomó, y le comenzó á
reprender. 8.33
Y él, volviéndose y mirando á sus discípulos, riñó á Pedro, diciendo:
Apártate de mí, Satanás; porque no sabes las cosas que son de Dios,
sino las que son de los hombres. 8.34
Y llamando á la gente con sus discípulos, les dijo: Cualquiera que
quisiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y tome su cruz, y
sígame. 8.35 Porque
el que quisiere salvar su vida, la perderá; y el que perdiere su vida
por causa de mí y del evangelio, la salvará. 8.36 Porque
¿qué aprovechará al hombre, si granjeare todo el mundo, y pierde su
alma? 8.37 ¿O qué
recompensa dará el hombre por su alma? 8.38
Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación
adulterina y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzará también de él,
cuando vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles. ▲9.1
TAMBIÉN les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están
aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios
que viene con potencia. 9.2
Y seis días después tomó Jesús á Pedro, y á Jacobo, y á Juan, y los
sacó aparte solos á un monte alto; y fué transfigurado delante de ellos. 9.3
Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la
nieve; tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan
blancos. 9.4 Y les
apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús. 9.5
Entonces respondiendo Pedro, dice á Jesús: Maestro, bien será que nos
quedemos aquí, y hagamos tres pabellones: para ti uno, y para Moisés
otro, y para Elías otro; 9.6 Porque
no sabía lo que hablaba; que estaban espantados. 9.7 Y vino
una nube que les hizo sombra, y una voz de la nube, que decía: Este es
mi Hijo amado: á él oíd. 9.8 Y
luego, como miraron, no vieron más á nadie consigo, sino á Jesús solo. 9.9
Y descendiendo ellos del monte, les mandó que á nadie dijesen lo que
habían visto, sino cuando el Hijo del hombre hubiese resucitado de los
muertos. 9.10 Y
retuvieron la palabra en sí, altercando qué sería aquéllo: Resucitar de
los muertos. 9.11 Y le
preguntaron, diciendo: ¿Qué es lo que los escribas dicen, que es
necesario que Elías venga antes? 9.12
Y respondiendo él, les dijo: Elías á la verdad, viniendo antes,
restituirá todas las cosas: y como está escrito del Hijo del hombre,
que padezca mucho y sea tenido en nada. 9.13 Empero
os digo que Elías ya vino, y le hicieron todo lo que quisieron, como
está escrito de él. 9.14 Y como
vino á los discípulos, vió grande compañía alrededor de ellos, y
escribas que disputaban con ellos. 9.15 Y
luego toda la gente, viéndole, se espantó, y corriendo á él, le
saludaron. 9.16 Y
preguntóles: ¿Qué disputáis con ellos? 9.17 Y
respondiendo uno de la compañía, dijo: Maestro, traje á ti mi hijo, que
tiene un espíritu mudo, 9.18
El cual, donde quiera que le toma, le despedaza; y echa espumarajos, y
cruje los dientes, y se va secando: y dije á tus discípulos que le
echasen fuera, y no pudieron. 9.19
Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación infiel! ¿hasta cuándo
estaré con vosotros? ¿hasta cuándo os tengo de sufrir? Traédmele. 9.20 Y se
le trajeron: y como le vió, luego el espíritu le desgarraba; y cayendo
en tierra, se revolcaba, echando espumarajos. 9.21 Y
Jesús preguntó á su padre: ¿Cuánto tiempo há que le aconteció esto? Y
él dijo: Desde niño: 9.22
Y muchas veces le echa en el fuego y en aguas, para matarle; mas, si
puedes algo, ayúdanos, teniendo misericordia de nosotros. 9.23 Y
Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo es posible. 9.24 Y
luego el padre del muchacho dijo clamando: Creo, ayuda mi incredulidad. 9.25
Y como Jesús vió que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu
inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y
no entres más en él. 9.26
Entonces el espíritu clamando y desgarrándole mucho, salió; y él quedó
como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto. 9.27 Mas
Jesús tomándole de la mano, enderezóle; y se levantó. 9.28 Y como
él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué
nosotros no pudimos echarle fuera? 9.29 Y les
dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno. 9.30 Y
habiendo salido de allí, caminaron por Galilea; y no quería que nadie
lo supiese. 9.31
Porque enseñaba á sus discípulos, y les decía: El Hijo del hombre será
entregado en manos de hombres, y le matarán; mas muerto él, resucitará
al tercer día. 9.32 Pero
ellos no entendían esta palabra, y tenían miedo de preguntarle. 9.33 Y
llegó á Capernaum; y así que estuvo en casa, les preguntó: ¿Qué
disputabais entre vosotros en el camino? 9.34 Mas
ellos callaron; porque los unos con los otros habían disputado en el
camino quién había de ser el mayor. 9.35
Entonces sentándose, llamó á los doce, y les dice: Si alguno quiere ser
el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos. 9.36 Y
tomando un niño, púsolo en medio de ellos; y tomándole en sus brazos,
les dice: 9.37 El que
recibiere en mi nombre uno de los tales niños, á mí recibe; y el que á
mí recibe, no recibe á mí, mas al que me envió. 9.38
Y respondióle Juan, diciendo: Maestro, hemos visto á uno que en tu
nombre echaba fuera los demonios, el cual no nos sigue; y se lo
prohibimos, porque no nos sigue. 9.39 Y
Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en
mi nombre que luego pueda decir mal de mí. 9.40 Porque
el que no es contra nosotros, por nosotros es. 9.41
Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de
Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa. 9.42
Y cualquiera que escandalizare á uno de estos pequeñitos que creen en
mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y
fuera echado en la mar. 9.43
Y si tu mano te escandalizare, córtala: mejor te es entrar á la vida
manco, que teniendo dos manos ir á la Gehenna, al fuego que no puede
ser apagado; 9.44 Donde
su gusano no muere, y el fuego nunca se apaga. 9.45
Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo: mejor te es entrar á la
vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en la Gehenna, al fuego que
no puede ser apagado; 9.46 Donde
el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. 9.47
Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo: mejor te es entrar al
reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado á la Gehenna; 9.48 Donde
el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. 9.49 Porque
todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal. 9.50 (9.50a)
Buena es la sal; mas si la sal fuere desabrida, ¿con qué la adobaréis? 9.51 (9.50b)
Tened en vosotros mismos sal; y tened paz los unos con los otros. ▲10.1
Y PARTIENDOSE de allí, vino á los términos de Judea y tras el Jordán: y
volvió el pueblo á juntarse á él; y de nuevo les enseñaba como solía. 10.2 Y
llegándose los Fariseos, le preguntaron, para tentarle, si era lícito
al marido repudiar á su mujer. 10.3 Mas él
respondiendo, les dijo: ¿Qué os mandó Moisés? 10.4 Y
ellos dijeron: Moisés permitió escribir carta de divorcio, y repudiar. 10.5 Y
respondiendo Jesús, les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os
escribió este mandamiento; 10.6 Pero
al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios. 10.7 Por
esto dejará el hombre á su padre y á su madre, y se juntará á su mujer. 10.8 Y los
que eran dos, serán hechos una carne: así que no son más dos, sino una
carne. 10.9 Pues
lo que Dios juntó, no lo aparte el hombre. 10.10 Y en
casa volvieron los discípulos á preguntarle de lo mismo. 10.11 Y les
dice: Cualquiera que repudiare á su mujer, y se casare con otra, comete
adulterio contra ella: 10.12 Y si
la mujer repudiare á su marido y se casare con otro, comete adulterio. 10.13 Y le
presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reñían á los
que los presentaban. 10.14 Y
viéndolo Jesús, se enojó, y les dijo: Dejad los niños venir, y no se lo
estorbéis; porque de los tales es el reino de Dios. 10.15 De
cierto os digo, que el que no recibiere el reino de Dios como un niño,
no entrará en él. 10.16 Y
tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía. 10.17
Y saliendo él para ir su camino, vino uno corriendo, é hincando la
rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para
poseer la vida eterna? 10.18 Y
Jesús le dijo: ¿Por qué me dices bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo
uno, Dios. 10.19
Los mandamientos sabes: No adulteres: No mates: No hurtes: No digas
falso testimonio: No defraudes: Honra á tu padre y á tu madre. 10.20 El
entonces respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto he guardado desde mi
mocedad. 10.21
Entonces Jesús mirándole, amóle, y díjole: Una cosa te falta: ve, vende
todo lo que tienes, y da á los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y
ven, sígueme, tomando tu cruz. 10.22 Mas
él, entristecido por esta palabra, se fué triste, porque tenía muchas
posesiones. 10.23
Entonces Jesús, mirando alrededor, dice á sus discípulos: ¡Cuán
dificilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! 10.24
Y los discípulos se espantaron de sus palabras; mas Jesús respondiendo,
les volvió á decir: ¡Hijos, cuán dificil es entrar en el reino de Dios,
los que confían en las riquezas! 10.25 Más
fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que el rico entrar
en el reino de Dios. 10.26 Y
ellos se espantaban más, diciendo dentro de sí: ¿Y quién podrá salvarse? 10.27
Entonces Jesús mirándolos, dice: Para los hombres es imposible; mas
para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios. 10.28
Entonces Pedro comenzó á decirle: He aquí, nosotros hemos dejado todas
las cosas, y te hemos seguido. 10.29
Y respondiendo Jesús, dijo: De cierto os digo, que no hay ninguno que
haya dejado casa, ó hermanos, ó hermanas, ó padre, ó madre, ó mujer, ó
hijos, ó heredades, por causa de mí y del evangelio, 10.30
Que no reciba cien tantos ahora en este tiempo, casas, y hermanos, y
hermanas, y madres, é hijos, y heredades, con persecuciones; y en el
siglo venidero la vida eterna. 10.31
Empero muchos primeros serán postreros, y postreros primeros. 10.32
Y estaban en el camino subiendo á Jerusalem; y Jesús iba delante de
ellos, y se espantaban, y le seguían con miedo: entonces volviendo á
tomar á los doce aparte, les comenzó á decir las cosas que le habían de
acontecer: 10.33 He
aquí subimos á Jerusalem, y el Hijo del hombre será entregado á los
principes de los sacerdotes, y á los escribas, y le condenarán á
muerte, y le entregarán á los Gentiles: 10.34 Y le
escarnecerán, y le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al
tercer día resucitará. 10.35
Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se llegaron á él, diciendo:
Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos. 10.36 Y él
les dijo: ¿Qué queréis que os haga? 10.37 Y
ellos le dijeron: Danos que en tu gloria nos sentemos el uno á tu
diestra, y el otro á tu siniestra. 10.38
Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso
que yo bebo, ó ser bautizados del bautismo de que yo soy bautizado? 10.39
Y ellos dijeron: Podemos. Y Jesús les dijo: A la verdad, del vaso que
yo bebo, beberéis; y del bautismo de que soy bautizado, seréis
bautizados. 10.40 Mas
que os sentéis á mi diestra y á mi siniestra, no es mío darlo, sino á
quienes está aparejado. 10.41 Y
como lo oyeron los diez, comenzaron á enojarse de Jacobo y de Juan. 10.42
Mas Jesús, llamándolos, les dice: Sabéis que los que se ven ser
príncipes entre las gentes, se enseñorean de ellas, y los que entre
ellas son grandes, tienen sobre ellas potestad. 10.43 Mas
no será así entre vosotros: antes cualquiera que quisiere hacerse
grande entre vosotros, será vuestro servidor; 10.44 Y
cualquiera de vosotros que quisiere hacerse el primero, será siervo de
todos. 10.45
Porque el Hijo del hombre tampoco vino para ser servido, mas para
servir, y dar su vida en rescate por muchos. 10.46
Entonces vienen á Jericó: y saliendo él de Jericó y sus discípulos y
una gran compañía, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado
junto al camino mendigando. 10.47 Y
oyendo que era Jesús el Nazareno, comenzó á dar voces y decir: Jesús,
Hijo de David, ten misericordia de mí. 10.48 Y
muchos le reñían, que callase: mas él daba mayores voces: Hijo de
David, ten misericordia de mí. 10.49
Entonces Jesús parándose, mandó llamarle: y llaman al ciego,
diciéndole: Ten confianza: levántate, te llama. 10.50 El
entonces, echando su capa, se levantó, y vino á Jesús. 10.51 Y
respondiendo Jesús, le dice: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le
dice: Maestro, que cobre la vista. 10.52 (10.52a)
Y Jesús le dijo: Ve, tu fe te ha salvado. 10.53 (10.52b)
Y luego cobró la vista, y seguía á Jesús en el camino. ▲11.1 Y COMO fueron cerca de
Jerusalem, de Bethphagé, y de Bethania, al monte de las Olivas, envía
dos de sus discípulos, 11.2
Y les dice: Id al lugar que está delante de vosotros, y luego entrados
en él, hallaréis un pollino atado, sobre el cual ningún hombre ha
subido; desatadlo y traedlo. 11.3 Y si
alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? decid que el Señor lo ha
menester: y luego lo enviará acá. 11.4 Y
fueron, y hallaron el pollino atado á la puerta fuera, entre dos
caminos; y le desataron. 11.5 Y unos
de los que estaban allí, les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino? 11.6 Ellos
entonces les dijeron como Jesús había mandado: y los dejaron. 11.7 Y
trajeron el pollino á Jesús, y echaron sobre él sus vestidos, y se
sentó sobre él. 11.8 Y
muchos tendían sus vestidos por el camino, y otros cortaban hojas de
los árboles, y las tendían por el camino. 11.9 Y los
que iban delante, y los que iban detrás, daban voces diciendo:
¡Hosanna! Bendito el que viene en el nombre del Señor. 11.10
Bendito el reino de nuestro padre David que viene: ¡Hosanna en las
alturas! 11.11
Y entró Jesús en Jerusalem, y en el templo: y habiendo mirado alrededor
todas las cosas, y siendo ya tarde, salióse á Bethania con los doce. 11.12 Y el
día siguiente, como salieron de Bethania, tuvo hambre. 11.13
Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, se acercó, si quizá
hallaría en ella algo: y como vino á ella, nada halló sino hojas;
porque no era tiempo de higos. 11.14
Entonces Jesús respondiendo, dijo á la higuera: Nunca más coma nadie
fruto de ti para siempre. Y lo oyeron sus discípulos. 11.15
Vienen, pues, á Jerusalem; y entrando Jesús en el templo, comenzó á
echar fuera á los que vendían y compraban en el templo; y trastornó las
mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; 11.16 Y no
consentía que alguien llevase vaso por el templo. 11.17
Y les enseñaba diciendo: ¿No está escrito que mi casa, casa de oración
será llamada por todas las gentes? Mas vosotros la habéis hecho cueva
de ladrones. 11.18 Y
lo oyeron los escribas y los príncipes de los sacerdotes, y procuraban
cómo le matarían; porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo
estaba maravillado de su doctrina. 11.19 Mas
como fué tarde, Jesús salió de la ciudad. 11.20 Y
pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las
raíces. 11.21
Entonces Pedro acordándose, le dice: Maestro, he aquí la higuera que
maldijiste, se ha secado. 11.22 Y
respondiendo Jesús, les dice: Tened fe en Dios. 11.23
Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere á este monte:
Quítate, y échate en la mar, y no dudare en su corazón, mas creyere que
será hecho lo que dice, lo que dijere le será hecho. 11.24 Por
tanto, os digo que todo lo que orando pidiereis, creed que lo
recibiréis, y os vendrá. 11.25
Y cuando estuviereis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno,
para que vuestro Padre que está en los cielos os perdone también á
vosotros vuestras ofensas. 11.26
Porque si vosotros no perdonareis, tampoco vuestro Padre que está en
los cielos os perdonará vuestras ofensas. 11.27
Y volvieron á Jerusalem; y andando él por el templo, vienen á él los
príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los ancianos; 11.28 Y le
dicen: ¿Con qué facultad haces estas cosas? ¿y quién te ha dado esta
facultad para hacer estas cosas? 11.29
Y Jesús respondiendo entonces, les dice: Os preguntaré también yo una
palabra; y respondedme, y os diré con qué facultad hago estas cosas: 11.30 El
bautismo de Juan, ¿era del cielo, ó de los hombres? Respondedme. 11.31
Entonces ellos pensaron dentro de sí, diciendo: Si dijéremos, del
cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? 11.32 Y si
dijéremos, de los hombres, tememos al pueblo: porque todos juzgaban de
Juan, que verdaderamente era profeta. 11.33
Y respondiendo, dicen á Jesús: No sabemos. Entonces respondiendo Jesús,
les dice: Tampoco yo os diré con qué facultad hago estas cosas. ▲12.1
Y COMENZO á hablarles por parábolas: Plantó un hombre una viña, y la
cercó con seto, y cavó un lagar, y edificó una torre, y la arrendó á
labradores, y se partió lejos. 12.2 Y
envió un siervo á los labradores, al tiempo, para que tomase de los
labradores del fruto de la viña. 12.3 Mas
ellos, tomándole, le hirieron, y le enviaron vacío. 12.4 Y
volvió á enviarles otro siervo; mas apedreándole, le hirieron en la
cabeza, y volvieron á enviarle afrentado. 12.5 Y
volvió á enviar otro, y á aquél mataron; y á otros muchos, hiriendo á
unos y matando á otros. 12.6
Teniendo pues aún un hijo suyo amado, enviólo también á ellos el
postrero, diciendo: Tendrán en reverencia á mi hijo. 12.7 Mas
aquellos labradores dijeron entre sí: Este es el heredero; venid,
matémosle, y la heredad será nuestra. 12.8 Y
prendiéndole, le mataron, y echaron fuera de la viña. 12.9 ¿Qué,
pues, hará el señor de la viña? Vendrá, y destruirá á estos labradores,
y dará su viña á otros. 12.10 ¿Ni
aun esta Escritura habéis leído: La piedra que desecharon los que
edificaban, Esta es puesta por cabeza de esquina; 12.11 Por
el Señor es hecho esto, Y es cosa maravillosa en nuestros ojos? 12.12 Y
procuraban prenderle, porque entendían que decía á ellos aquella
parábola; mas temían á la multitud; y dejándole, se fueron. 12.13 Y
envían á él algunos de los Fariseos y de los Herodianos, para que le
sorprendiesen en alguna palabra. 12.14
Y viniendo ellos, le dicen: Maestro, sabemos que eres hombre de verdad,
y que no te cuidas de nadie; porque no miras á la apariencia de
hombres, antes con verdad enseñas el camino de Dios: ¿Es lícito dar
tributo á César, ó no? ¿Daremos, ó no daremos? 12.15
Entonces él, como entendía la hipocresía de ellos, les dijo: ¿Por qué
me tentáis? Traedme la moneda para que la vea. 12.16 Y
ellos se la trajeron y les dice: ¿Cúya es esta imagen y esta
inscripción? Y ellos le dijeron: De César. 12.17 Y
respondiendo Jesús, les dijo: Dad lo que es de César á César; y lo que
es de Dios, á Dios. Y se maravillaron de ello. 12.18
Entonces vienen á el los Saduceos, que dicen que no hay resurrección, y
le preguntaron, diciendo: 12.19
Maestro, Moisés nos escribió, que si el hermano de alguno muriese, y
dejase mujer, y no dejase hijos, que su hermano tome su mujer, y
levante linaje á su hermano. 12.20
Fueron siete hermanos: y el primero tomó mujer, y muriendo, no dejó
simiente; 12.21 Y la
tomó el segundo, y murió, y ni aquél tampoco dejó simiente; y el
tercero, de la misma manera. 12.22 Y la
tomaron los siete, y tampoco dejaron simiente: á la postre murió
también la mujer. 12.23 En la
resurrección, pues, cuando resucitaren, ¿de cuál de ellos será mujer?
porque los siete la tuvieron por mujer. 12.24
Entonces respondiendo Jesús, les dice: ¿No erráis por eso, porque no
sabéis las Escrituras, ni la potencia de Dios? 12.25
Porque cuando resucitarán de los muertos, ni se casarán, ni serán dados
en casamiento, mas son como los ángeles que están en los cielos. 12.26
Y de que los muertos hayan de resucitar, ¿no habéis leído en el libro
de Moisés cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de
Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob? 12.27 No es
Dios de muertos, mas Dios de vivos; así que vosotros mucho erráis. 12.28
Y llegándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía
que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer
mandamiento de todos? 12.29 Y
Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel, el
Señor nuestro Dios, el Señor uno es. 12.30
Amarás pues al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y
de toda tu mente, y de todas tus fuerzas; este es el principal
mandamiento. 12.31 Y el
segundo es semejante á él: Amarás á tu prójimo como á ti mismo. No hay
otro mandamiento mayor que éstos. 12.32
Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno
es Dios, y no hay otro fuera de él; 12.33
Y que amarle de todo corazón, y de todo entendimiento, y de toda el
alma, y de todas las fuerzas, y amar al prójimo como á sí mismo, más es
que todos los holocaustos y sacrificios. 12.34
Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dice: No
estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle. 12.35 Y
respondiendo Jesús decía, enseñando en el templo: ¿Cómo dicen los
escribas que el Cristo es hijo de David? 12.36
Porque el mismo David dijo por el Espíritu Santo: Dijo el Señor á mi
Señor: Siéntate á mi diestra, Hasta que ponga tus enemigos por estrado
de tus pies. 12.37 Luego
llamándole el mismo David Señor, ¿de dónde, pues, es su hijo? Y los que
eran del común del pueblo le oían de buena gana. 12.38
Y les decía en su doctrina: Guardaos de los escribas, que quieren andar
con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas, 12.39 Y las
primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas; 12.40 Que
devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones.
Estos recibirán mayor juicio. 12.41
Y estando sentado Jesús delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el
pueblo echaba dinero en el arca: y muchos ricos echaban mucho. 12.42 Y
como vino una viuda pobre, echó dos blancas, que son un maravedí. 12.43
Entonces llamando á sus discípulos, les dice: De cierto os digo que
esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca: 12.44
Porque todos han echado de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza
echó todo lo que tenía, todo su alimento. ▲13.1 Y SALIENDO del templo, le
dice uno de sus discípulos: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios. 13.2 Y
Jesús respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? no quedará
piedra sobre piedra que no sea derribada. 13.3 Y
sentándose en el monte de las Olivas delante del templo, le preguntaron
aparte Pedro y Jacobo y Juan y Andrés: 13.4 Dinos,
¿cuándo serán estas cosas? ¿y qué señal habrá cuando todas estas cosas
han de cumplirse? 13.5 Y
Jesús respondiéndoles, comenzó á decir: Mirad, que nadie os engañe; 13.6 Porque
vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y engañaran á
muchos. 13.7 Mas
cuando oyereis de guerras y de rumores de guerras no os turbéis, porque
conviene hacerse así; mas aun no será el fin. 13.8
Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá
terremotos en muchos lugares, y habrá hambres y alborotos; principios
de dolores serán estos. 13.9
Mas vosotros mirad por vosotros: porque os entregarán en los concilios,
y en sinagogas seréis azotados: y delante de presidentes y de reyes
seréis llamados por causa de mí, en testimonio á ellos. 13.10 Y á
todas las gentes conviene que el evangelio sea predicado antes. 13.11
Y cuando os trajeren para entregaros, no premeditéis qué habéis de
decir, ni lo penséis: mas lo que os fuere dado en aquella hora, eso
hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo. 13.12 Y
entregará á la muerte el hermano al hermano, y el padre al hijo: y se
levantarán los hijos contra los padres, y los matarán. 13.13 Y
seréis aborrecidos de todos por mi nombre: mas el que perseverare hasta
el fin, éste será salvo. 13.14
Empero cuando viereis la abominación de asolamiento, que fué dicha por
el profeta Daniel, que estará donde no debe (el que lee, entienda),
entonces los que estén en Judea huyan á los montes; 13.15 Y el
que esté sobre el terrado, no descienda á la casa, ni entre para tomar
algo de su casa; 13.16 Y el
que estuviere en el campo, no vuelva atrás á tomar su capa. 13.17 Mas
¡ay de las preñadas, y de las que criaren en aquellos días! 13.18 Orad
pues, que no acontezca vuestra huída en invierno. 13.19
Porque aquellos días serán de aflicción, cual nunca fué desde el
principio de la creación que crió Dios, hasta este tiempo, ni será. 13.20
Y si el Señor no hubiese abreviado aquellos días, ninguna carne se
salvaría; mas por causa de los escogidos que él escogió, abrevió
aquellos días. 13.21 Y
entonces si alguno os dijere: He aquí, aquí está el Cristo; ó, He aquí,
allí está, no le creáis. 13.22
Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y darán señales
y prodigios, para engañar, si se pudiese hacer, aun á los escogidos. 13.23 Mas
vosotros mirad; os lo he dicho antes todo. 13.24
Empero en aquellos días, después de aquella aflicción, el sol se
obscurecerá, y la luna no dará su resplandor; 13.25 Y las
estrellas caerán del cielo, y las virtudes que están en los cielos
serán conmovidas; 13.26 Y
entonces verán al Hijo del hombre, que vendrá en las nubes con mucha
potestad y gloria. 13.27
Y entonces enviará sus ángeles, y juntará sus escogidos de los cuatro
vientos, desde el cabo de la tierra hasta el cabo del cielo. 13.28 De la
higuera aprended la semejanza: Cuando su rama ya se enternece, y brota
hojas, conocéis que el verano está cerca: 13.29 Así
también vosotros, cuando viereis hacerse estas cosas, conoced que está
cerca, á las puertas. 13.30 De
cierto os digo que no pasará esta generación, que todas estas cosas no
sean hechas. 13.31 El
cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán. 13.32
Empero de aquel día y de la hora, nadie sabe; ni aun los ángeles que
están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. 13.33
Mirad, velad y orad: porque no sabéis cuándo será el tiempo. 13.34
Como el hombre que partiéndose lejos, dejó su casa, y dió facultad á
sus siervos, y á cada uno su obra, y al portero mandó que velase: 13.35
Velad pues, porque no sabéis cuándo el señor de la casa vendrá; si á la
tarde, ó á la media noche, ó al canto del gallo, ó á la mañana; 13.36
Porque cuando viniere de repente, no os halle durmiendo. 13.37 Y las
cosas que á vosotros digo, á todos las dijo: Velad. ▲14.1
Y DOS días después era la Pascua y los días de los panes sin levadura:
y procuraban los príncipes de los sacerdotes y los escribas cómo le
prenderían por engaño, y le matarían. 14.2 Y
decían: No en el día de la fiesta, porque no se haga alboroto del
pueblo. 14.3
Y estando él en Bethania en casa de Simón el leproso, y sentado á la
mesa, vino una mujer teniendo un alabastro de ungüento de nardo espique
de mucho precio; y quebrando el alabastro, derramóselo sobre su cabeza. 14.4 Y hubo
algunos que se enojaron dentro de sí, y dijeron: ¿Para qué se ha hecho
este desperdicio de ungüento? 14.5 Porque
podía esto ser vendido por más de trescientos denarios, y darse á los
pobres. Y murmuraban contra ella. 14.6 Mas
Jesús dijo: Dejadla; ¿por qué la fatigáis? Buena obra me ha hecho; 14.7 Que
siempre tendréis los pobres con vosotros, y cuando quisiereis les
podréis hacer bien; mas á mí no siempre me tendréis. 14.8 Esta
ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado á ungir mi cuerpo para
la sepultura. 14.9
De cierto os digo que donde quiera que fuere predicado este evangelio
en todo el mundo, también esto que ha hecho ésta, será dicho para
memoria de ella. 14.10
Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, vino á los príncipes de los
sacerdotes, para entregársele. 14.11 Y
ellos oyéndolo se holgaron, y prometieron que le darían dineros. Y
buscaba oportunidad cómo le entregaría. 14.12
Y el primer día de los panes sin levadura, cuando sacrificaban la
pascua, sus discípulos le dicen: ¿Dónde quieres que vayamos á disponer
para que comas la pascua? 14.13 Y
envía dos de sus discípulos, y les dice: Id á la ciudad, y os
encontrará un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle; 14.14
Y donde entrare, decid al señor de la casa: El Maestro dice: ¿Dónde
está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos? 14.15 Y él
os mostrará un gran cenáculo ya preparado: aderezad para nosotros allí. 14.16 Y
fueron sus discípulos, y vinieron á la ciudad, y hallaron como les
había dicho; y aderezaron la pascua. 14.17 Y
llegada la tarde, fué con los doce. 14.18
Y como se sentaron á la mesa y comiesen, dice Jesús: De cierto os digo
que uno de vosotros, que come conmigo, me ha de entregar. 14.19
Entonces ellos comenzaron á entristecerse, y á decirle cada uno por sí:
¿Seré yo? Y el otro: ¿Seré yo? 14.20 Y él
respondiendo les dijo: Es uno de los doce que moja conmigo en el plato. 14.21
A la verdad el Hijo del hombre va, como está de él escrito; mas ¡ay de
aquel hombre por quien el Hijo del hombre es entregado! bueno le fuera
á aquel hombre si nunca hubiera nacido. 14.22 Y
estando ellos comiendo, tomó Jesús pan, y bendiciendo, partió y les
dió, y dijo: Tomad, esto es mi cuerpo. 14.23 Y
tomando el vaso, habiendo hecho gracias, les dió: y bebieron de él
todos. 14.24 Y les
dice: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada. 14.25 De
cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día
cundo lo beberé nuevo en el reino de Dios. 14.26 Y
como hubieron cantado el himno, se salieron al monte de las Olivas. 14.27
Jesús entonces les dice: Todos seréis escandalizados en mí esta noche;
porque escrito está: Heriré al pastor, y serán derramadas las ovejas. 14.28 Mas
después que haya resucitado, iré delante de vosotros á Galilea. 14.29
Entonces Pedro le dijo: Aunque todos sean escandalizados, mas no yo. 14.30
Y le dice Jesús: De cierto te digo que tú, hoy, en esta noche, antes
que el gallo haya cantado dos veces, me negarás tres veces. 14.31 Mas
él con mayor porfía decía: Si me fuere menester morir contigo, no te
negaré. También todos decían lo mismo. 14.32 Y
vienen al lugar que se llama Gethsemaní, y dice á sus discípulos:
Sentaos aquí, entre tanto que yo oro. 14.33 Y
toma consigo á Pedro y á Jacobo y á Juan, y comenzó á atemorizarse, y á
angustiarse. 14.34 Y les
dice: Está muy triste mi alma, hasta la muerte: esperad aquí y velad. 14.35 Y
yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oro que si fuese
posible, pasase de él aquella hora, 14.36 Y
decía: Abba, Padre, todas las cosas son á ti posibles: traspasa de mí
este vaso; empero no lo que yo quiero, sino lo que tú. 14.37 Y
vino y los halló durmiendo; y dice á Pedro: ¿Simón, duermes? ¿No has
podido velar una hora? 14.38 Velad
y orad, para que no entréis en tentación: el espíritu á la verdad es
presto, mas la carne enferma. 14.39 Y
volviéndose á ir, oró, y dijo las mismas palabras. 14.40 Y
vuelto, los halló otra vez durmiendo, porque los ojos de ellos estaban
cargados; y no sabían qué responderle. 14.41
Y vino la tercera vez, y les dice: Dormid ya y descansad: basta, la
hora es venida; he aquí, el Hijo del hombre es entregado en manos de
los pecadores. 14.42
Levantaos, vamos: he aquí, el que me entrega está cerca. 14.43
Y luego, aun hablando él, vino Judas, que era uno de los doce, y con él
una compañía con espadas y palos, de parte de los príncipes de los
sacerdotes, y de los escribas y de los ancianos. 14.44 Y el
que le entregaba les había dado señal común, diciendo: Al que yo
besare, aquél es: prendedle, y llevadle con seguridad. 14.45 Y
como vino, se acercó luego á él, y le dice: Maestro, Maestro. Y le besó. 14.46
Entonces ellos echaron en él sus manos, y le prendieron. 14.47 Y uno
de los que estaban allí, sacando la espada, hirió al siervo del sumo
sacerdote, y le cortó la oreja. 14.48 Y
respondiendo Jesús, les dijo: ¿Como á ladrón habéis salido con espadas
y con palos á tomarme? 14.49 Cada
día estaba con vosotros enseñando en el templo, y no me tomasteis; pero
es así, para que se cumplan las Escrituras. 14.50
Entonces dejándole todos sus discípulos, huyeron. 14.51
Empero un mancebillo le seguía cubierto de una sábana sobre el cuerpo
desnudo; y los mancebos le prendieron: 14.52 Mas
él, dejando la sábana, se huyó de ellos desnudo. 14.53 Y
trajeron á Jesús al sumo sacerdote; y se juntaron á él todos los
príncipes de los sacerdotes y los ancianos y los escribas. 14.54
Empero Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo
sacerdote; y estaba sentado con los servidores, y calentándose al fuego. 14.55
Y los príncipes de los sacerdotes y todo el concilio buscaban
testimonio contra Jesús, para entregarle á la muerte; mas no lo
hallaban. 14.56
Porque muchos decían falso testimonio contra él; mas sus testimonios no
concertaban. 14.57
Entonces levantandose unos, dieron falso testimonio contra él, diciendo: 14.58
Nosotros le hemos oído decir: Yo derribaré este templo que es hecho de
mano, y en tres días edificaré otro echo sin mano. 14.59 Mas
ni aun así se concertaba el testimonio de ellos. 14.60
Entonces el sumo sacerdote, levantándose en medio, preguntó á Jesús,
diciendo: ¿No respondes algo? ¿Qué atestiguan estos contra ti? 14.61 Mas
él callaba, y nada respondía. El sumo sacerdote le volvió á preguntar,
y le dice: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito? 14.62
Y Jesús le dijo: Yo soy; y veréis al Hijo del hombre sentado á la
diestra de la potencia de Dios, y viniendo en las nubes del cielo. 14.63
Entonces el sumo sacerdote, rasgando sus vestidos, dijo: ¿Qué más
tenemos necesidad de testigos? 14.64 Oído
habéis la blasfemia: ¿qué os parece? Y ellos todos le condenaron ser
culpado de muerte. 14.65
Y algunos comenzaron á escupir en él, y cubrir su rostro, y á darle
bofetadas, y decirle: Profetiza. Y los servidores le herían de
bofetadas. 14.66 Y
estando Pedro abajo en el atrio, vino una de las criadas del sumo
sacerdote; 14.67 Y
como vió á Pedro que se calentaba, mirándole, dice: Y tú con Jesús el
Nazareno estabas. 14.68 Mas
él negó, diciendo: No conozco, ni sé lo que dices. Y se salió fuera á
la entrada; y cantó el gallo. 14.69 Y la
criada viéndole otra vez, comenzó á decir á los que estaban allí: Este
es de ellos. 14.70
Mas él negó otra vez. Y poco después, los que estaban allí dijeron otra
vez á Pedro: Verdaderamente tú eres de ellos; porque eres Galileo, y tu
habla es semejante. 14.71 Y él
comenzó á maldecir y á jurar: No conozco á este hombre de quien habláis. 14.72
Y el gallo cantó la segunda vez: y Pedro se acordó de las palabras que
Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás
tres veces. Y pensando en esto, lloraba. ▲15.1
Y LUEGO por la mañana, habiendo tenido consejo los príncipes de los
sacerdotes con los ancianos, y con los escribas, y con todo el
concilio, llevaron á Jesús atado, y le entregaron á Pilato. 15.2 Y
Pilato le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los Judíos? Y respondiendo él,
le dijo: Tú lo dices. 15.3 Y los
príncipes de los sacerdotes le acusaban mucho. 15.4 Y le
preguntó otra vez Pilato, diciendo: ¿No respondes algo? Mira de cuántas
cosas te acusan. 15.5 Mas
Jesús ni aun con eso respondió; de modo que Pilato se maravillaba. 15.6 Empero
en el día de la fiesta les soltaba un preso, cualquiera que pidiesen. 15.7 Y
había uno, que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motín
que habían hecho muerte en una revuelta. 15.8 Y
viniendo la multitud, comenzó á pedir hiciese como siempre les había
hecho. 15.9 Y
Pilato les respondió, diciendo: ¿Queréis que os suelte al Rey de los
Judíos? 15.10
Porque conocía que por envidia le habían entregado los príncipes de los
sacerdotes. 15.11 Mas
los príncipes de los sacerdotes incitaron á la multitud, que les
soltase antes á Barrabás. 15.12 Y
respondiendo Pilato, les dice otra vez: ¿Qué pues queréis que haga del
que llamáis Rey de los Judíos? 15.13 Y
ellos volvieron á dar voces: Crucifícale. 15.14 Mas
Pilato les decía: ¿Pues qué mal ha hecho? Y ellos daban más voces:
Crucifícale. 15.15
Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó á Barrabás, y
entregó á Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado. 15.16
Entonces los soldados le llevaron dentro de la sala, es á saber al
Pretorio; y convocan toda la cohorte. 15.17 Y le
visten de púrpura; y poniéndole una corona tejida de espinas, 15.18
Comenzaron luego á saludarle: ¡Salve, Rey de los Judíos! 15.19 Y le
herían en la cabeza con una caña, y escupían en él, y le adoraban
hincadas las rodillas. 15.20
Y cuando le hubieron escarnecido, le desnudaron la púrpura, y le
vistieron sus propios vestidos, y le sacaron para crucificarle. 15.21 Y
cargaron á uno que pasaba, Simón Cireneo, padre de Alejandro y de Rufo,
que venía del campo, para que llevase su cruz. 15.22 Y le
llevan al lugar de Gólgotha, que declarado quiere decir: Lugar de la
Calavera. 15.23 Y le
dieron á beber vino mezclado con mirra; mas él no lo tomó. 15.24 Y
cuando le hubieron crucificado, repartieron sus vestidos, echando
suertes sobre ellos, qué llevaría cada uno. 15.25 Y era
la hora de las tres cuando le crucificaron. 15.26 Y el
título escrito de su causa era: EL REY DE LOS JUDIOS. 15.27 Y
crucificaron con él dos ladrones, uno á su derecha, y el otro á su
izquierda. 15.28 Y se
cumplió la Escritura, que dice: Y con los inicuos fué contado. 15.29
Y los que pasaban le denostaban, meneando sus cabezas, y diciendo: ¡Ah!
tú que derribas el templo de Dios, y en tres días lo edificas, 15.30
Sálvate á ti mismo, y desciende de la cruz. 15.31
Y de esta manera también los príncipes de los sacerdotes escarneciendo,
decían unos á otros, con los escribas: A otros salvó, á sí mismo no se
puede salvar. 15.32
El Cristo, Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que veamos y
creamos. También los que estaban crucificados con él le denostaban. 15.33 Y
cuando vino la hora de sexta, fueron hechas tinieblas sobre toda la
tierra hasta la hora de nona. 15.34
Y á la hora de nona, exclamó Jesús á gran voz, diciendo: Eloi, Eloi,
¿lama sabachthani? que declarado, quiere decir: Dios mío, Díos mío,
¿por qué me has desamparado? 15.35 Y
oyéndole unos de los que estaban allí, decían: He aquí, llama á Elías. 15.36
Y corrió uno, y empapando una esponja en vinagre, y poniéndola en una
caña, le dió á beber, diciendo: Dejad, veamos si vendrá Elías á
quitarle. 15.37 Mas
Jesús, dando una grande voz, espiró. 15.38
Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de alto á bajo. 15.39
Y el centurión que estaba delante de él, viendo que había espirado así
clamando, dijo: Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios. 15.40
Y también estaban algunas mujeres mirando de lejos; entre las cuales
estaba María Magdalena, y María la madre de Jacobo el menor y de José,
y Salomé; 15.41 Las
cuales, estando aún él en Galilea, le habían seguido, y le servían; y
otras muchas que juntamente con él habían subido á Jerusalem. 15.42 Y
cuando fué la tarde, porque era la preparación, es decir, la víspera
del sábado, 15.43
José de Arimatea, senador noble, que también esperaba el reino de Dios,
vino, y osadamente entró á Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús. 15.44 Y
Pilato se maravilló que ya fuese muerto; y haciendo venir al centurión,
preguntóle si era ya muerto. 15.45 Y
enterado del centurión, dió el cuerpo á José. 15.46
El cual compró una sábana, y quitándole, le envolvió en la sábana, y le
puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña, y revolvió una
piedra á la puerta del sepulcro. 15.47 Y
María Magdalena, y María madre de José, miraban donde era puesto. ▲16.1 Y COMO pasó el sábado,
María Magdalena, y María madre de Jacobo, y Salomé, compraron drogas
aromáticas, para venir á ungirle. 16.2 Y muy
de mañana, el primer día de la semana, vienen al sepulcro, ya salido el
sol. 16.3 Y
decían entre sí: ¿Quién nos revolverá la piedra de la puerta del
sepulcro? 16.4 Y como
miraron, ven la piedra revuelta; que era muy grande. 16.5 Y
entradas en el sepulcro, vieron un mancebo sentado al lado derecho,
cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron. 16.6
Más él les dice: No os asustéis: buscáis á Jesús Nazareno, el que fué
crucificado; resucitado há, no está aquí; he aquí el lugar en donde le
pusieron. 16.7 Mas
id, decid á sus discípulos y á Pedro, que él va antes que vosotros á
Galilea: allí le veréis, como os dijo. 16.8
Y ellas se fueron huyendo del sepulcro; porque las había tomado temblor
y espanto; ni decían nada á nadie, porque tenían miedo. 16.9
Mas como Jesús resucitó por la mañana, el primer día de la semana,
apareció primeramente á María Magdalena, de la cual había echado siete
demonios. 16.10 Yendo
ella, lo hizo saber á los que habían estado con él, que estaban tristes
y llorando. 16.11 Y
ellos como oyeron que vivía, y que había sido visto de ella, no lo
creyeron. 16.12 Mas
después apareció en otra forma á dos de ellos que iban caminando, yendo
al campo. 16.13 Y
ellos fueron, y lo hicieron saber á los otros; y ni aun á éllos
creyeron. 16.14
Finalmente se apareció á los once mismos, estando sentados á la mesa, y
censuróles su incredulidad y dureza de corazón, que no hubiesen creído
á los que le habían visto resucitado. 16.15 Y les
dijo: Id por todo el mundo; predicad el evangelio á toda criatura. 16.16 El
que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será
condenado. 16.17 Y
estas señales seguirán á los que creyeren: En mi nombre echarán fuera
demonios; hablaran nuevas lenguas; 16.18
Quitarán serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les dañará; sobre
los enfermos pondrán sus manos, y sanarán. 16.19 Y el
Señor, después que les habló, fué recibido arriba en el cielo, y
sentóse á la diestra de Dios. 16.20
Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, obrando con ellos el
Señor, y confirmando la palabra con las señales que se seguían. Amen.